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La biblioteca 'secreta' de la Catedral abre sus puertas

El cabildo mejora el acceso a los fondos bibliográficos y documentales con una nueva catalogación de sus 117 incunables

La biblioteca 'secreta' de la Catedral de València abre sus puertas

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La biblioteca 'secreta' de la Catedral de València abre sus puertas hortensia garcía | valencia

Entre los tesoros que se custodian en la Catedral de València no solo destaca el cáliz de la última cena, que atrae a miles de visitantes a la ciudad. En la torre de la Sacristía, la parte más antigua del templo, que empezó a construirse en el siglo XIII, se encuentra otra de las joyas del cabildo: su archivo histórico. Una biblioteca «secreta» que evoca a la de «El nombre de la Rosa» aunque, a diferencia de la que Umberto Eco describe en su libro, la de la Seo logró salvarse de las llamas, en concreto, del incendio y saqueó de julio de 1936.

El poco conocido, salvo para los investigadores, Archivo de la Catedral lo forman 9.000 documentos, como incunables ricamente decorados, manuscritos, legajos, pergaminos, bulas pontificias, documentos reales, cartas, códices y grandes libros corales. Todas, obras de gran valor.

En algunos libros es visible la mano de los inquisidores, que llevaban a cabo «expurgos» de libros que no encajaban en el orden y la moral cristiana. Destaca en este sentido un incunable de historia titulado «Librer chronicarum», editado en 1493 en Núremberg, que recoge escuetos pasajes y grabados de personajes ilustres de la época y donde aparece tachada y emborronada la «Papisa Juana». En 1624, el censor tachó el texto y dejó anotado al pie «Delineatum quia falsum et fabulosum» («Está claro que es todo una fábula»).

El canónigo archivero de la Catedral, Vicente Pons y su auxiliar, Juan Ignacio Pérez, son los responsables de la biblioteca de la Seo, fuente de consulta de investigadores de medio mundo, sobre todo italianos y norteamericanos. «Recuerdo a un doctor de la Universidad de Míchigan que investigaba el papel que jugaron los mercenarios musulmanes en el ejército de Jaume I», explica Juan Ignacio Pérez, mientras muestra un manuscrito donde se recoge la relación de bienes de un canónigo.

Tras varios años de trabajo, el nuevo catálogo de los 117 incunables de la Catedral, la tercera colección más importante de la Comunitat, elaborado por los profesores Mª Luz Mandingorra y José Vicente Boscá, de la Universitat de València, y presentado esta semana ofrece una nueva herramienta de estudio de estos preciados libros «raros». Es además un gesto de aperturismo, en línea con la actual política vaticana sobre los archivos históricos, por parte del cabildo, que insiste en que la Iglesia «no teme a la historia» y quiere contribuir a la divulgación del patrimonio.

Los incunables que se custodian en la catedral versan sobre temática jurídica, interpretaciones de la biblia, vidas de santos o historia. En su cuidada decoración destacan figuras zoomorfas, filigranas doradas, heráldica y motivos vegetales. Los miniaturistas e iluminadores valencianos gozaron de gran prestigio en los siglos XIV y XV.

Los incunables son libros impresos en los primeros años de la imprenta, en la transición del manuscrito, en concreto desde la mitad del siglo XV hasta el año 1500. Levante-EMV ha podido acceder a la biblioteca ya no tan secreta, la que fue conocida como Sala de la Pirámide, un espacio totalmente renovado en los años 90 incorporando sistemas de modernos de climatización, organización y seguridad. El acceso a la biblioteca de la Seo, donde se guardan documentos con ocho siglos de historia, sigue haciéndose a través de la sacristía, por una estrecha escalera de mármol blanco que, en origen, fue de madera y que en el incendio de 1936 ardió, impidiendo así el acceso a los asaltantes, salvándose con ello casi todo el archivo, que fue traslado hasta el fin de la Guerra Civil al Colegio del Patriarca.

Las catedrales han sido y son espacios de referencia de los investigadores. Son un depósito de patrimonio histórico-artístico fundamental no solo por su arquitectura, patrimonio mueble (pintura, escultura, orfebrería o textil) e inmaterial, también por su patrimonio documental y bibliográfico.

El tesoro de las bibliotecas y los archivos históricos de las catedrales, sin embargo, sigue quedando en un segundo o tercer plano. Así lo asegura el archivero de la Catedral y profesor de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universitat de València, Vicent Pons, en la publicación dedicada a la Catedral de València, editada recientemente por la Academia de San Carlos. «Los archivos son la memoria del resto del patrimonio», afirma Vicente Pons. «Nada se sabría de las pinturas renacentistas de la bóveda del altar mayor de la Catedral [rescatadas en 2005] si no fuera por los documentos conservados en el archivo, entre ellos el contrato de los pintores italianos San Leocadio y Pagano venidos a València formando parte del séquito de Rodrigo de Borja». Y es que el archivo de la Catedral es uno de los más importantes de la Comunitat y se ha conservado prácticamente en su totalidad. Las pérdidas de la Guerra Civil «fueron mínimas».

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