Estafado con 300.000 euros que supuestamente iban a ser invertidos en la financiación de un proyecto de energía solar en Rumanía. El empresario valenciano Antonio Calero, propietario del complejo Marina Beach de València, fue engañado por un amigo de origen libanés para realizar diversos pagos destinados a desarrollar un parque fotovoltaico en el país de los Cárpatos que resultó ser falso. Así lo considera probado la Audiencia Provincial de València que condena ahora al supuesto socio libanés, Ghandi M., a una pena de cuatro años de prisión por un delito continuado de estafa agravada.

El fallo de la Sección Quinta de la Audiencia de València considera probado que el empresario ahora condenado, de 51 años, valiéndose de la amistad que tenía con Calero y de una supuesta experiencia en el sector de las energías renovables, le ofreció «un acuerdo de colaboración» en agosto de 2011 para llevar a cabo la promoción de un parque fotovoltaico en Rumanía «que le reportaría grandes beneficios».

De esta forma logró que el empresario valenciano estafado le entregara diversas sumas de dinero con la excusa de comprar un terreno y para costear las tasas. El primer pago fue de 130.000 euros, al que siguieron otros de 8.400 euros, 70.000 y 20.000, hasta un importe total de 300.000 euros. Dinero que el condenado «no destinó a realizar actuación real alguna tendente a la consecución de dicho negocio».

Respecto a un segundo acusado, de 45 años y nacionalidad rumana, quien participó en la creación de distintas sociedades en su país para «dar apariencia real» al negocio, la Audiencia Provincial le absuelve «ante la escasez de prueba y ausencia de imputación de hechos concretos defraudatorios», según aclara la sentencia.

La estafa considerada probada, al apreciar la Sala «engaño suficiente para producir el error» y evidente «ánimo de ilícito lucro» en el empresario libanés ahora condenado, se produjo entre agosto de 2011 y enero de 2012. El acusado alegó en el juicio que el negocio había fracasado debido a «cambios legislativos sobre terrenos y bonos», justificación que su defensa no logró acreditar en ningún momento, según remarca el fallo.

La sentencia considera que hay «una intención inicial de lucro ilícito a costa de la víctima», quien «confiando en la solvencia empresarial» del acusado y bajo la promesa de importantes ganancias, no recibió rendimiento alguno ni recuperó su dinero. De hecho, el condenado no ha podido acreditar el destino del capital que recibió del querellante.

Asimismo, la sentencia aprecia que se trata de una estafa agravada, como así solicitaba la acusación particular, ejercida por el letrado Vicente Boluda, ya que el valor de lo defraudado es superior a los 50.000 euros. Y que es un delito continuado en el tiempo, con varias entregas de dinero que ya en sí mismas superan dicha cantidad fijada en el subtipo agravado.

Por todo ello se le impone al empresario libanés una condena de cuatro años de prisión y el pago de una multa de 7.200 euros por un delito continuado de estafa agravada. De igual modo tendrá que indemnizar al dueño del Marina Beach con 300.000 euros, más los intereses legales correspondientes.