Los nadadores agotaron los dorsales disponibles, lo que significa que «era una demanda que tenían y que se ha demostrado que hacía falta. Y porque todo se ha hecho en poco tiempo. Sabemos que el año próximo tendremos 500 nadadores nada más empezar». La concejala de deportes, Pilar Bernabé, no podía ocultar la satisfacción, porque organizar una Travesía a Nado en invierno, una San Silvestre pasada por agua, era una apuesta que podía salir bien, regular o mal. Y la jornada cumplió sobradamente los objetivos propios del debut. «De cara al año que viene se pueden hacer muchas más cosas: expositores, actividades para niños... hay infinidad de campos por explotar porque está claro que la cita no sólo hacía falta, sino que va a funcionar y muy bien».

La carrera a nado tuvo la suerte de celebrarse con sol y con el viento ya amainado. Pero no dejaba por ello de ser un desafío para valientes. Con dos pruebas para públicos muy diferentes. La primera fue la travesía larga para nadadores con neopreno. Una prueba de gente que sabe lo que hace y que ya conoce lo que es meterse en agua fría. Nadie se tira al agua con trajes caros a recorrer dos kilómetros sin saber de qué va el reto. Prueba de ello es que, en este caso, los abandonos fueron escasísimos. Se dan cita nadadores y triatletas, en algunos casos de modalidades extremas. Como el ganador de la prueba, David Huertas, un consumado especialista en travesías aunque, siguiendo la costumbre de las pruebas de aguas abiertas, se decidió en un final muy apretado.

Aitana Claramunt, del Tripuçol, una destacada nadadora, fue la mejor en categoría femenina y la novena clasificada en el conjunto de participantes. Y en la adaptada, esa particular máquina de hacer deporte que es Juanjo López «Penyo», el recortador taurino que acaba de cumplir precisamente diez años desde que un toro se le llevó la pierna izquierda, pero que ahora es un especialista en toda prueba de deporte extremo que se precie.

Pasajeros del Titanic

Después llegó la carrera popular. Quinientos metros y a cuerpo. Casi como sentirse un pasajero del Titanic caído al agua durante el hundimiento. Tanto, que los hubo que, nada más darse la salida regresaron inmediatamente al pantalán tras haber dado dos brazadas. La victoria se la llevó el locutor de la prueba élite, que dejó el micro, se quitó la ropa, se puso el gorro, nadó y ganó. Víctor Moreno, un más que conocido nadador «Master» habitual ganador de pruebas de este tipo.

Blanca Salvador, de la UPV, fue la ganadora femenina. A continuación, docenas de pieles sonrosadas buscando el refugio de un batín. Algunos, farfullando palabras ininteligibles pero con la satisfacción de haber superado con éxito un desafío.