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Negocios tradicionales

La emblemática pastelería Santa Catalina echa el cierre por el precio del alquiler

Los dueños de la conocida «Casa del Panquemado» aseguran que los precios son desorbitados y mañana será su último día de servicio

La emblemática pastelería Santa Catalina echa el cierre por el precio del alquiler

La tradicional pastelería Santa Catalina, situada junto a la iglesia del mismo nombre, será el próximo establecimiento tradicional que cierre en el centro de València. Mañana será su último día de servicio después de un siglo funcionando como horno y al menos treinta años como pastelería, una, por cierto, de las más reputadas de València, lo que le ha valido el sobrenombre de La Casa del Panquemado.

Viendo el género de sus mostradores nada diría que es un negocio al borde de la extinción. Pero un cartel colocado a la entrada lo deja claro: «Después de muchos años cerramos nuestras puertas. Gracias por dejarnos formar parte de vuestras vidas. Esperemos que esto solo sea un hasta pronto».

Y es que según explicó una de las copropietarias del negocio, Amparo Agustí, después de 32 años al frente de la pastelería, ya no pueden pagar el alquiler. El próximo 1 de enero vence el contrato de arrendamiento y la cantidad que les piden para la renovación es «desorbitada, imposible de afrontar». Al parecer, por menos de 6.500 euros al mes no entran a negociar, y claro, ellos podrían llegar a pagar la tercera parte. De otra manera no salen las cuentas, asegura.

Además, se trata de un establecimiento que baja mucho las ventas en verano y que, por su ubicación, no puede sacar sillas y mesas a la calle, lo que complica aún más las posibilidades de evolución.

Una alternativa

Su deseo, en cualquier caso, es buscar otro lugar también en el centro de València para reabrir el negocio. «A nosotros nos conoce mucha gente y queremos seguir trabajando y dando servicio, pero para ello tenemos que encontrar un local que nos cuadre económicamente», dice Amparo, ya que en la plaza o las calles cercanas los precios de los bajos comerciales siguen siendo muy altos. El que tienen ahora no solo es que fuera caro, es que además tiene los techos bajos y no aguantaría legalmente una reforma.

Más allá de su problema personal, Amparo Agustí quiso hacer una reflexión sobre el problema que está viviendo el comercio tradicional valenciano, con cierres continuos por el precio de los alquileres y la presión de las franquicias.

Según dice, en su entorno, que es el de la céntrica calle Sombrerería, apenas queda una farmacia y la administración de lotería. El resto son todo establecimientos nuevos, muchos de ellos enfocados al creciente turismo que está cambiando la ciudad.

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