La ciudad de València se trasladó ayer a Viena en la imaginación y en la música con la celebración del Concierto de Año Nuevo. Así lo había definido el director artístico del concierto, Juan Antonio Ramírez. El salón de actos de la entidad cultural acogió el evento que tradicionalmente tenía lugar en el Palau de la Música. «En Valencia hay grandes espacios para poder celebrar este concierto de Año Nuevo. Cuando se entra en esta Sala, se transforma y te transporta a Viena. El Ateneo tiene una muy buena acústica».

El concierto, que corrió a cargo de la Orquesta Sinfónica del Mediterráneo incluyó un repertorio propio de la fecha, con las obras de la familia Strauss como elementos principales, sin faltar las más mediáticas: el Danubio Azul y la Marcha Radeztky. Valses y polkas para viajar en el espacio, que no en el tiempo, que es lo que disfrutaron los asistentes.

El último concierto navideño tendrá lugar hoy, a las siete y media de la tarde, en la capilla del Santo Cáliz, a cargo del Cabanilles Consort con obras del repertorio barroco europeo de música de cámara.