Como si de un «Cuento de Navidad» se tratara, la odisea del regalo de Reyes de la pequeña Alma ha tenido un final feliz. Después de que Correos decidiera, al conocer lo sucedido por la información de Levante-EMV, hacer una excepción y abrir la oficina de San Isidro para que el paquete pudiera ser entregado a sus padres para que éstos, a su vez, lo puedan a los pajes y que hoy por la mañana haya aparecido en su domicilio.

Tal y como se publicó en la edición de ayer, los padres de la niña recibieron el viernes el aviso de que había un paquete para recoger en la oficina. Una casa de Peppa Pig que habían solicitado a través de una plataforma de internet. Siguiendo las instrucciones del resguardo, acudieron el sábado en horario matutino, para encontrarse con la sorpresa de que la oficina estaba cerrada. En concreto, a causa de una jornada de huelga.

En la puerta, sin aviso de días previos, un papel conciso en el que, aparte del «disculpen las molestias», se informaba de que la oficina permanecería cerrada «en el día de hoy». Es decir, sin ni siquiera una dsalvaguarda de haberse avisado antes. Y en su interior, con la reja echada, permanecía el juguete por el que suspiraba la pequeña. De nada sirvió acudir a la «oficina más cercana» ni a la central, más allá de presentar una reclamación. Pero la noticia llegó a oídos de la delegación en València de Correos y, a pesar de ser domingo, tomaron la determinación, dadas las fechas, de hacer una excepción y arreglar el tormentoso desaguisado. Una vez localizada la familia y una empleada, todos quedaron en la jornada de ayer, se comprobó el albarán y pudo entregarse el paquete. Lo que el sábado era frustración y enfado por parte de Carmen y Antonio, los padres de la niña de dos años y medio, ayer era alivio y agradecimiento. Recogieron el paquete sin que la niña, de dos años y medio, pudiera ni imaginar que en su interior está el regalo que abrirá hoy.

«Lo pidió a última hora»

«No lo habíamos pedido antes porque estuvimos muchas semanas preguntándole si quería algo en especial y casi a última hora es cuando nos dijo que le gustaba la casa de Peppa Pig» aseguraba ayer la madre para explicar el porqué de la premura -que el cartero entregara el viernes por la tarde el resguardo- «Lo que no podíamos imaginar, lógicamente, es que habiendo horario de oficina el sábado por la mañana, nos encontráramos sin avisar con una puerta cerrada». Pero... «el final es muy feliz».