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Iniciativa

Los sensores se usarán para "gestionar las colas y evitar la turismofobia"

El Mercado Central, uno de los espacios a monitorizar, apoya las medidas de control del turismo

Turistas en la Lonja, uno de los edificios más visitados del centro histórico de València. f. b.

La colocación, a través del programa europeo Herit-Data de sensores en distintos puntos de València, como accesos, monumentos y plazas, entre ellos, el puerto y la estación Joaquín Sorolla, la plaza del Ayuntamiento, el Mercado Central, la Basílica de la Virgen y la Ciudad de las Ciencias tiene como uno de sus principales objetivos «gestionar y ordenar las colas» de turistas. Así lo aseguró ayer el secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer, quien afirma que «la mejor vacuna frente a la turismofobia es la gestión de la saturación». Las colas y la saturación, recalcó, «no son buenas para nadie, tampoco para el turista». «Hay que prevenir».

De ahí, añade el responsable de Turismo, la necesidad de poner en marcha programas como el Herit-Data, en el que participan otras ciudades europeas como Florencia y Dubrovnik y que cuenta con 4,2 millones de financiación, para obtener la información y los datos necesarios para ordenar los flujos de turistas. «No queremos especular sino conocer la realidad», precisó Colomer. Con la información que proporcionarán los sensores, que ya se han empezado a instalar en puntos como la Basílica y el puerto de València, se obtendrán datos que permitirán canalizar el turismo de espacios más saturados a monumentos secundarios que de ese modo se estarán potenciando. «La tecnología nos puede ayudar a mejorar la gestión del turismo que es algo que ya se están haciendo en ciudades como Florencia, uno de los socios del proyecto Herit Data, donde se han instalado sensores en espacios de afluencia masiva de público como la Galería Uffizi, también en Kioto, una ciudad pionera en la gestión de las colas y el turismo inteligente», destaca Colomer.

Se trata de introducir variantes en las rutas turísticas para descongestionar determinados espacios, como puede ser el entorno de la Lonja y el Mercado Central, uno de los monumentos más visitados y amenazados por las masificación turística. De hecho, los vendedores del mercado ya instalaron hace unos años sensores de flujo para tener información sobre la presión del turismo. Una de las medidas que se han tomado en consecuencia ha sido un convenio con las asociaciones de guías turísticos para evitar que las explicaciones a los turistas se den antes de entrar al recinto modernista y no en el interior para no interferir la actividad normal del mercado.

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La información que den los sensores, cuyas primeras conclusiones se tendrán en marzo de este año, se compartirán con el ayuntamiento de València, que también cuenta con financiación europea para la monitorización de distintos servicios, como el de recogida de basura en las pedanías. Proyectos que se enmarcan todos en el impulso de la ciudad inteligente, según explica el concejal de Administración Electrónica, Pere Fuset.

Otro de los espacios donde está previsto ubicar sensores de control ambiental, que también se colocaron en su día en los frescos de la Catedral de València, es el museo de l'Almoina, donde se exhiben las ruinas romanas de la ciudad fundacional, Valentia, y de distintos edificios de época islámica y visigoda. La colocación de sensores en el interior del edificio busca mejorar el control de las condiciones de climatización del recinto sujeto por su ubicación y las características constructivas a oscilaciones de temperatura y humedad que han llegado a comprometer la conservación de las ruinas arqueológicas.

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