El presidente del Colegio Territorial de Arquitectos de València, Mariano Bolant, formará parte junto con el también arquitecto y miembro del Consell Valencià de Cultura, Vicente González Móstoles, del comité asesor del concurso internacional de ideas para la remodelación del Paseo de la Alameda anunciado por el alcalde de València, Joan Ribó. El de la Alameda es uno de los seis concursos de ideas que ha puesto en marcha el Govern del Rialto para repensar espacios singulares de la ciudad, en concreto, la plaza del Ayuntamiento, la de la Reina, el entorno del Mercado Central y Brujas y San Agustín. Bolant recuerda que el colegio siempre es partidario de la convocatoria de concursos de ideas porque «con una pequeña dotación se pueden obtener propuestas de calidad», como ha ocurrido con el concurso de la plaza de Brujas y el entorno del Mercat.

La Alameda, en concreto, «merecía» desde hace tiempo un estudio. «Es necesario recuperar ese kilómetro de paseo como espacio de convivencia», destacó. «Puede ser una vía verde y quedar conectada con el Jardín del Turia y puede ser peatonal, una parte, pero hay que dar alternativas al tráfico de paso».

En el debate sobre el futuro de la Alameda, Bolant destaca que sería un error obviar que existe un tráfico de paso, incluido transporte público, porque es una arteria principal que conecta de norte a sur a la capital valenciana. Este espacio, además, cumple una función y hay que dar alternativas, como aparcamientos en altura, a quienes la utilizan como zona para aparcar por la proximidad al centro y a las universidades. La idea del aparcamiento subterráneo en cambio no es la más acertada a juicio de Bolant porque condicionaría el jardín superior, tanto el existente como el futuro.

Bolant se mostró partidario de no aplicar posturas radicales en la remodelación de la Alameda, un paseo con cuatrocientos años de historia, que otro de los arquitectos que formará parte del comité asesor del concurso de ideas, en representación del Consell Valencià de Cultura, Vicente Gónzález Móstoles se muestra partidario de repoblar con arbolado y recuperar así la «masa forestal» perdida. La idea del aparcamiento subterráneo para liberar de coches el paseo no es, a priori, la más acertada para González Móstoles porque supone atraer más coches al centro lo que choca con la política de descarbonización de las ciudades. El paseo de la Alameda, como entrada al antiguo y desaparecido Palacio del Real, se abrió como tal en 1677 y en sus origenes fue llamada el Prado de València por su amplitud y arbolado. Durante la Guerra de la Independencia la Alameda casi desapareció y en el siglo XIX, tras su reconstrucción, se convirtió en un lugar de paseo a caballo y encuentro de las clases altas. Fue remodelada por Javier Goerlich en 1932.