La Marina de València no albergará la noria gigante que la empresa Circular View había proyectado en el pantalán valenciano. El Consorcio Valencia 2007, organismo que gestiona el espacio, ha rechazado el proyecto al no adecuarse al planteamiento estratégico aprobado en 2017.

Los responsables del proyecto recibieron la noticia el pasado diciembre durante una reunión con representantes del Ayuntamiento de València y del organismo que gestiona La Marina. La mercantil no logró seducir a los gestores del espacio puesto que la mole de 120 metros de altura no se adaptaba al Plan Estratégico 2017 que marca la línea de desarrollo de La Marina de València, tal como adelantó ayer Valencia Plaza. El consistorio, por su parte, ha hecho suya la negativa del Consorcio, por lo que Circular View ya baraja otra ubicación dentro de la ciudad para la noria gigante.

La sorpresa que muestran los responsables de la empresa inversora de la atracción al ser consultados por Levante-EMV choca con la actitud de esceptisimo que tanto el gobierno local como los gestores de La Marina habían mostrado hasta el momento ante el mastodóntico proyecto. "Llevamos cuatro años dando vueltas", explica Ana Villamediana, consejera delegada de Circular View a este diario en referencia a los cambios introducidos hasta en tres ocasiones por la empresa en el proyecto para adaptarse al modelo de crecimiento del espacio público.

De hecho, pese a que desde el primer momento la idea no fue recibida con frenesí por el Consorcio, la negativa a la noria guarda más relación con el futuro deseado a medio y largo plazo para La Marina de València que con los detalles de la atracción, que también generaban cierta incertidumbre en los responsables de la zona.

'L'Ull de València', nombre con el que se bautizó sobre plano la atracción, se topó con varios inconvenientes que, con el tiempo, se ha confirmado lo que ya parecía en un primer momento: eran difíciles de salvar. Entre ellos, el principal trascendía el funcionamiento de la noria y es que discordaba del planteamiento que el Consorcio ha ideado para los próximos años de La Marina por diferentes motivos.

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El lugar escogido dentro del pantalán (se iba a ubicar entre la pérgola, el puente móvil y el Marina Beach Club) suponía el aterrizaje de una megaconstrucción de 120 metros de altura que se alzaría como un enorme muro entre La Marina destinada al ocio y la zona náutica. Desde un principio, la creación de este muro arquitectónico divisiorio en una espacio que actualmente ocupa una zona verde despertó más rechazos que adeptos.

La visión de futuro de La Marina mantiene una línea más humana y verde. Y el valor de la arquitectura reside en el modernismo de los Tinglados, en pleno proceso de reconversión, y de las que en su día fueron sedes de los distintos equipos de la Copa del América, algunas en desuso y otras reinventadas como en espacios como EDEM, Lanzadera o Fintech. Así, la noria no sólo podía romper la estética y restar protagonismo a otros edificios sino que suponía una colisión frontal con el planteamiento urbano actual que prefiere dedicar el espacio para el disfrute de la ciudadanía.

En este sentido, el proyecto de Circular View había generado muchas dudas sobre el previsible aumento del tráfico rodado en una zona de la ciudad que intenta huir de las congestiones y apuesta con firmeza por convertirse en un espacio de paseo y no en un aparcamiento gigante. La ruptura del equilibrio actual ha sido otro de los motivos que ha llevado al Consorcio a poner la marcha atrás y dar carpetazo a la atracción turística.

Los cambios en el diseño inicial no lograron entusiarmar a los responsables de La Marina. Si bien la mercantil rechazó el espacio comercial que planteó en un principio y que evidenció los diferentes planteamientos que tenía por un lado la empresa y por otro el Consorcio, ni la inclusión de un 'hub tecnológico' ni la ampliación de las zonas verdes despertaron pasiones entre los gestores del espacio público.

Nueva ubicación y compromiso administrativo

Villamediana asegura que los cambios en el planteamiento han supuesto un coste elevado para la empresa y que para avanzar con los siguientes pasos resulta imprescindible el "que a la ciudad le interese el proyecto".

Para la empresa, la burocracia, los tiempos y la negativa administrativa han supuesto un "desgaste" en el equipo y una noticia que puede resultar "desfavorable para los inversores" al no tener cerrada todavía la nueva ubicación dentro de la ciudad. Sin embargo, lejos del pesimismo, Villamediana reconoce que la compra de una parcela privada está en la línea habitual de Circular View (que cuenta con capital inversor internacional) y puede resultar "menos compleja" que la cesión de un espacio público.

No obstante, desde la sociedad buscan un "compromiso" por parte del gobierno local que evite que el proyecto se vuelva a "diluir" durante otros cuatro años más. Además, Villamediana considera que la decisión de rechazar el proyecto en La Marina de València "se podía haber tomado hace tres años" para evitar las modificaciones y el aumento del gasto.

Desde Circular View recalcan que la atracción "debe estar en sintonía con el planteamiento turístico de la ciudad y dentro de los términos legales". Además, la consejera delegada de la empresa destaca la intención de la empresa de mantenerse en València, pese al interés de otras ciudades españolas cuyo nombre prefiere no desvelar pero que resulta fácil imaginar.

La nueva ubicación en la que trabaja ahora Circular View, de carácter privado, se aleja de la línea de costa de la ciudad, tiene mayor altitud y ya es un punto turístico dentro de la ciudad.

Viabilidad, empleo y turismo

'L'Ull de València' buscará una nueva ubicación pero mantendrá la intención de convertirse en un polo turístico en València. Villamediana asegura que su empresa ha estudiado los principales ejes turísticos, así como el número y origen de los visitantes tanto de la ciudad como de la Comunitat Valenciana. Así, la viabilidad de la noria gigante se basa principalmente en los viajeros extranjeros y en menor medida en los propios valencianos "que podrían visitar la atracción una o dos veces en su vida", según las estimaciones internas.

De hecho, según sus estudios, la atracción necesitaría atraer a un millón de visitantes al año, algo de medio millón menos que el Oceanogràfic, para recuperar la inversión en un lustro. Estas cifras, explican a este diario desde la mercantil, se complementarían con el uso de edificios de uso terciario.

La noria gigante diseñada por Circular View necesitaría más de 700 personas para su construcción, 250 para operar la atracción y generaría otros 500 puestos de trabajo de forma directa, según las estimaciones de la empresa. El diseño, de carácter novedoso por la ausencia de ejes en la atracción, se mantendrá para su nueva ubicación en caso de que, pese a la negativa del Consorcio, llegue a buen puerto.