Los canecillos, pequeñas vigas o travesaños de madera, del alfarje del monasterio de San Vicent de la Roqueta recuperados en la excavación arqueológica permiten apreciar la rica decoración y vistosa policromía que decoraba las dependencias de este monasterio de origen medieval. En las vigas, además de las cabezas de mujer, el artesano, que posiblemente perteneciera al mismo taller que hizo el alfarje de San Antonio Abad, reflejó el bestiario medieval, con figuras de animales, alegóricas del bien y el mal. Entre ellas destaca el unicornio, símbolo de pureza, el conejo, representando la fecundidad, el ciervo, al que se asocia con lo divino y un felino lujurioso.