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Entrevista

Ana Mafé García: "No hay nada que pueda desdecir que el cáliz de la catedral es el auténtico"

La doctora valenciana analiza la protohistoria de esta reliquia a través de frescos localizados en Roma

La doctora Mafé, el pasado viernes en la capilla del Santo Cáliz. fernando bustamante

La cita con la doctora Mafé es en la capilla del Santo Cáliz, en la catedral. El primer envite es para hacer la foto junto a la copa de bendición pero, finalmente, la entrevistada propone sentarnos a hacer la entrevista en este oratorio, en el que no se podía levantar la voz, contemplado por los doce apóstoles en la bóveda y, en el centro, por la coronación de la virgen. La primera vez que Mafé García entró en esta capilla era muy pequeña pero asegura que mantiene la experiencia en su retina porque «daba por hecho que era el cáliz auténtico porque así me lo había contado mi madre».

¿Qué aporta de nuevo su libro sobre el Santo Grial?

Que el constructo final de lo que se entiende como Santo Grial es el que está en la catedral de València porque todas las connotaciones físicas conectan con los textos del Nuevo Testamento, que es la documentación que tenemos desde el siglo IV. Es decir, los atributos físicos de esta copa coinciden con las descripciones de la Biblia.

Ha adaptado su tesis a la obra.

Sí, he realizado un ensayo novelado en el que cuento partes de viajes y anécdotas de las investigación. Es un libro con diferentes niveles y se necesita cierto esfuerzo por parte del lector para sacarle todo el jugo. Es decir, quien quiera hacer una lectura superficial la podrá hacer, pero quien quiera encontrar un camino está muy bien trazado y el lector no será el mismo cuando acabe de leerlo.

¿Por qué las descripciones del cáliz coinciden con las de la Biblia?

Hasta mi tesis no se sabía si esta copa era alejandrina, egipcia, griega, romana o hebrea. En el libro contamos que es un cáliz hebreo cien por cien porque es un copa de bendición por su volumetría, que es la base de la metodología científica que he desarrollado para estudiar la copa. La volumetría constata que tenemos ante nosotros un «cos kidush», un vaso de bendición que se utiliza solo para la celebración de la Pascua. Por lo tanto, Jesucristo, en la última cena, celebró la Pascua y utilizó este vaso de bendición.

El material con el que está hecho esta reliquia también es importante.

Sí, en el libro desvelo la importancia que tiene para la cosmovisión judía que sea una copa manufacturada con la técnica que los hebreos dominaban en aquella época y con los materiales que representaban una copa de bendición lujosa. Es decir, es un material purificable, de origen judío y corresponde a una copa de bendición hebrea. Por ello, no hay nada que pueda desdecir que el cáliz de la catedral es el auténtico.

¿Qué le motivó a investigar sobre el Santo Cáliz?

Me motivó el Corpus Christi porque era la fiesta más importante de todo en el mediterráneo en el siglo XVI. Entonces, el Corpus me derivó al Patriarca, también llamado Real Colegio Seminario del Corpus Christi, y al Santo Cáliz, la esencia de la celebración de esta fiesta.

¿Cómo ha analizado el Santo Cáliz como reliquia principal?

A través de su protohistoria y nos situamos frente a un objeto que desde 1399 tiene documentación directa. Sin embargo, por azares del destino y de destrucción de archivos y bibliotecas: primero en la diócesis de Osca (s. VIII), luego en el Real Panteón Monasterio de San Juan de la Peña (1375, 1494 y 1675) y también en los archivos de la Catedral de Jaca (1440); apenas existen vestigios documentales anteriores que ratifican lo dicho en el acta notarial del 26 de septiembre de 1399, cuando los monjes del monasterio lo ceden al rey aragonés Martín el Humano a cambio de otro cáliz forjado en oro.

Entonces, ¿en qué documentos se basa usted?

Descubro frescos y bajorrelieves donde apreciamos una narración visual sobre el Santo Cáliz y nos retrotrae al paleocristianismo más importante como es el de las catacumbas de Roma como San Pedro y San Marcelino. Allí nos encontramos obras con un objeto que está reiteradamente pintado con unas características físicas extremadamente parecidas a lo que sería el Santo Grial de la catedral. P Esta reliquia también es una elemento inspirador.

Sí, otro punto álgido para la historia del Santo Cáliz es cuando Richard Wagner estrena su «Parsifal» en 1882 tras tener conocimiento del poema de Wolfram von Eschenbach sobre la búsqueda del Grial. En ese sentido, Eschenbach se inspiró en la obra de Chrétien de Troyes y cuenta que el argumento del libro se lo trasladó su príncipe Felipe de Alsacia, quien visitó San Juan de la Peña (Huesca) un año antes de la publicación de la obra de Troyes. Por ello, Wagner, en la parte de atrezzo del libreto de la obra, escribe que la historia de «Parsifal» empieza al sur de los pirineos en la Hispania visigoda.

¿Qué le diría a las personas escépticas?

Que se informen y fundamenten su opinión en la historia. Es decir, si alguien tiene alguna duda sobre la autenticidad del Santo Cáliz se puede encontrar con que Alfons el Magnànim en Nápoles se presentó como el caballero que había encontrado el Santo Grial e instauró el Siti Perillós, ese espacio reservado para el noble caballero que encontró la reliquia.

¿Qué reflexión dejan sus averiguaciones?

Que el libro del Santo Cáliz es una reflexión de amor porque Jesús así nos lo enseñó. El Santo Cáliz hace referencia directa a un personaje histórico que todos conocemos. Ese personaje, que se fundamenta dentro de una cosmovisión judía, viene a darnos un mensaje por eso se llama El Mesías, es decir, el mensajero.

¿Cuál es su mensaje?

Es muy corto pero muy claro: por lo único que merece la pena vivir es por dar y por recibir amor. En ese sentido, Jesucristo, cuando levanta esta copa de bendición, pronunció unas palabras muy importantes: «Haced esto en memoria mía». Es decir, si cerramos los ojos y pensamos en alguien que nos ha amado muchísimo pero que ya no está entre nosotros, sentimos su amor. Con Jesucristo se puede hacer lo mismo para conectarse con él. Por eso, el amor transciende a la muerte porque podemos sentirlo de aquellas personas que ya no están.

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