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El Far West en Ciutat Vella

El Far West en Ciutat Vella

Aunque unos pocos siguen de cruzada contra la actividad hostelera de Ciutat Vella, el gran problema de la zona está en su deterioro y abandono. Mire la fotografía. Es la calle Numancia retratada desde Ercilla. A la izquierda un solar horriblemente vallado lleno de maleza, basura, trastos y campo de batalla entre gatos y ratones. Al final unos contenedores de muestra, que los fines de semanas y en días señalados están desbordados desde primera hora de la noche. Al fondo, como un notario de la cutrez sobresale el campanario de Santa Catalina. Si fuera público y las gentes pudieran subir a retratar su entorno saldríamos en un lugar destacado de las ciudades más sucias y feas. La calle desprende un permanente olor a orín y algunos guías de grupos de surcoreanos recomiendan el uso de mascarilla cuando pasan cerca después de ver la finca más estrecha de la plaza Lope de Vega camino de La Llotja. No recuerdo ni una sola queja vecinal por el estado de insalubridad del barrio. Pero contra las terrazas de negocios honestos que dan trabajo, mantienen limpias las calzadas y ofrecen vida al núcleo fundacional de València hacen campañas engañosas y sobrevaloradas por un equipo de gobierno municipal atrapado en una sopa de letras de organizaciones casi unipersonales. Es imposible organizar la convivencia urbana sin consensuar los problemas, ni tener claras las prioridades. Hay que elegir entre una Ciutat Vella fantasmal como la que representa la calle Numancia, o la colorida mediterraneidad de plazas llenas de susurros en distintas lenguas. La mayoría lo tenemos claro. Por cierto, ¿para cuándo el prometido alcalde de noche?

Desierto urbano

Paso mucho tiempo en Ciutat Vella. Sus cafés se han convertido en mi segunda oficina de cita obligada para tomar el pulso a la ciudad. Como o ceno en sus restaurantes más de tres días a la semana, y las pocas veces que salgo por la noche me pierdo por sus garitos. Viví en la plaza Cisneros cuando pude independizarme y siempre me ha quedado pendiente la vuelta. Pero es imposible. La fortuna que ofrecen los fondos inmobiliarios por los edificios de la zona ha disparado los precios y la mayoría de viviendas restauradas son para apartamentos turísticos. Cada vez son menos los residentes habituales y a los pocos inversores que pretenden dotar de auténtica vecindad el barrio se les ponen toda la maquinaria burocrática en contra. Por mucho que digan, en el ayuntamiento siguen mandando los poderes fácticos de toda la vida, esas inercias mágicas del área de urbanismo que benefician a los mismos.

Quioscos del oeste

Volvamos a la foto. Al final de la calle Numancia, a la izquierda ya en la calle Martín Mengod esquina con Zapatería de los Niños todavía existen dos quioscos de libros de viejo donde cambiaba cómics de Marvel. Me traía mi abuela, una de esas lectoras populares educada en el autodidactismo de los folletines de El Pueblo, como toda aquella generación que mitificó a don Vicent Blasco Ibáñez. Ella cambiaba las novelas del oeste, aquellas libretitas que la editorial Bruguera ilustraba con portadas donde los sombreros vaqueros, las botas camperas y los revólveres eran protagonistas, donde reinaba Marcial Lafuente Estefanía o el edetano Pascual Enguidanos Usach se ganaba la vida como escritor con el seudónimo George H. White. Había cientos de aquellas novelas, todas ordenadas en bloques de cinco envueltas en la goma elástica azul. En la otra parte estaban todos los cómics en blanco y negro de La Masa, Los 4 Fantásticos, El Capitán América, Superman, Batman y Spiderman. El trato estaba en devolver los libros en buen estado para llevarse la misma cantidad, pero por unas pesetas más podías adquirirlos en propiedad. Ahora cuando me acerco ya no están ni las novelitas, ni los tebeos.

Qué hablen las urnas

Como buen marxista-grouchista nunca pertenecería a un asociación que me admitiera como socio, pero si dejamos el futuro de Ciutat Vella en manos de mesas de diálogo entre partidarios de barrios de clausura y concejales pusilánimes, estoy dispuesto a promover unas primarias de alcalde de noche para dar voz a la mayoría, incluso a presentarme.

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