El alcalde de València, Joan Ribó, justificó ayer el rechazo del Ayuntamiento de València a la construcción de una noria gigante de 120 metros de altura en la Marina de València. Según dijo, este proyecto suponía privatizar el espacio de la marina para una atracción que pretendía atraer a un millón de visitantes al año, lo que choca frontalmente con su idea de hacer una marina para las personas con un enfoque social y cultural.

La semana pasada, los promotores del proyecto «L'Ull de València», una noria gigante de 120 metros de altura que querían instalar primero en la Marina de València y luego en las inmediaciones del Oceanogràfic, anunciaron que abandonaban la ciudad por la falta de apoyo y compromiso de las instituciones, particularmente del Ayuntamiento de València. Se marcha así una inversión de 125 millones de euros que quedaría en manos de la ciudad después de 25 años de explotación, a razón de un millón de visitantes al año y unos beneficios estimados de 35 millones por ejercicio.

Ayer Ribó respondió a estas críticas aludiendo en concreto a la opción inicial de instalar la noria gigante en el puerto. Después de estudiar el caso junto con la Marina, decidieron que era un proyecto cuyas aportaciones a la ciudad «no eran demasiado gratificantes».

«La marina es un centro deportivo, un centro de innovación y lúdico, y meter ahí un proyecto que para ser rentable quería traer un millón de personas, no me parecía la mejor solución para la Marina», explicó el alcalde.

«Queremos una marina de deportes náuticos, innovadora, con elementos gastronómicos, donde la gente pueda pasear y no una Marina montada como un parque temático basado en la rentabilidad», concluyó.