València es un ciudad desconocida. Es marzo y las calles están vacías. Sin gente, sin fallas, sin olor a pólvora, el mundo parece que se acaba. Por su parte, los artistas falleros trabajaron todo el día para salvar la mayor cantidad posible de material ya plantado. Y la Jornada se convirtió primero en un reto y después en una demostración de la capacidad de los profesionales para hacer lo imposible. La conclusión fundamental fue que el problema, obviamente, existe y se queda: una parte relevante de las cinco fallas de Sección Especial afectadas por la suspensión de las fiestas será pasto de las llamas. Correcto. Pero haciendo balance se puede decir que se ha salvado mucho más de lo que los cálculos más optimistas podrían prever. El problema va a persistir: hay varias comisiones que cierran el ejercicio con gran desventaja respecto a las demás porque pierden elementos esenciales: el cuerpo central. Los grandes modelados y los grandes armazones centrales. Que podrán ser reconstruidos (con mucha apretura de tiempo, porque todos los implicados plantan en Alicante y deben empezar el trabajo ya, con la misma incertidumbre de si podrán plantarlo), pero que ya nada será lo mismo ante una posible competición. Esa que ya han pedido que no se celebre.

En estas circunstancias, ayer también comenzó el inédito traslado de cientos de fallas a Feria València, que ha retrasado cuatro de sus más de 70 eventos anuales para albergar los monumentos debido a la crisis del coronavirus. A primera hora de la mañana, las puertas de hierros que daban acceso al nivel 1 de los pabellones se abrieron para esperar a las fallas, pero no fue hasta 12 horas después cuando la falla Grabador Esteve entró a una de las dos naves habilitadas por la institución valenciana. Más de 20.000 metros cuadrados, casi dos campos de fútbol, guardarán hasta verano los monumentos.

Goteo de monumentos

Encima de los trailers que llegaron a Feria València hasta pasadas las doce de la noche, el reflejo de los ninots de cartón piedra iluminaba, al fin, su futuro después del trágico destino de marzo. Este goteo de monumentos no parará a lo largo del fin de semana pero ayer ya quedaron almacenados los ninots de Ciscar Burriana, Pintor Stolz y San Jose de Pignatelli. Por otro lado, también resultaba desolador, por ejemplo, la imagen de la Plaza del Portal Nou. Con la superficie limpia como una patena, sin un trozo de madera, ni un plástico, se alzaba el cuerpo central. La escena frontal al completo. «Se han corrido más riesgos de lo que se debía haber hecho», aseguraba el vicepresidente Julián Pastor. Se han salvado grandes elementos, como toda la trasera. Pero la médula del proyecto será pasto de las llamas. «Y se ha intentado. Pero estaba demasiado engarzada. Imposible completamente». Por otro lado, Cuba-Literato Azorín es otra de las fallas que más van a sufrir. Las dos figuras que componían el cuerpo central, incluyendo la extraordinaria aviadora en tonos grises que tanto estaba llamando la atención, van a ser pasto de las llamas. Ambas están totalmente fijas y encoladas y el desmontaje era completamente imposible.

Reino de València había salvado una parte importante de su montaje, pero una parte del cuerpo centro estaba todavía en el aire al cierre de esta edición. La comisión ruzafeña fue el colmo de la fatalidad, puesto que levantó su falla (lo que se llama «tirar de grúa») mientras se estaba decidiendo la cancelación de la fiesta.

Titánico fue, durante toda la noche, el esfuerzo vivido en la falla Exposición donde los falleros y el artista David Sánchez Llongo fueron desmontando una a una las piezas que conformaban su proyecto. Y a cada figura que se soltaba se convertía en un suspiro de alivio y un motivo de alegría: «Se ha salvado todo». Seguramente, la gran heroicidad de la «desplantà». Igual que en Sueca-Literato Azorín, donde Vicente Llácer finiquitaba una labor perfecta para recuperar su monumento.

No todas las fallas irán a la Feria València, otras, por mediación, aguardarán su Cremà en almacenes cedidos por falleros de las diferentes comisiones.