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Llamamiento

El pregón de la Semana Santa insta a decorar los balcones del Marítimo

Rafael Company propone a los vecinos sacar las colchas y les emplaza a repetir este acto inaugural "cuando los barrios vuelvan a sonreír"

Imágenes y balcones volverán a reunirse en el futuro. eduardo ripoll

«Esta primavera no asistiremos a la exteriorización más pública de unos sentimientos religiosos bien arraigados y nos veremos privados de la fiesta idiosincrática por antonomasia de nuestro Distrito Marítimo. En consecuencia, este mes de abril tampoco podremos contemplar buena parte de las manifestaciones de una cultura popular que nos singulariza». Y tanto es así que ayer, la plaza de la Iglesia de los Ángeles estaba solitaria y fría. Con la iglesia cerrada a cal y canto. El programa nonato de la Semana Santa Marinera 2020 anunciaba que hoy debía ser un día importante y feliz. Apenas ocho días después de acabar las Fallas, el calendario festivo daba una pequeña tregua para tomar aire (una semana menos que el año pasado) e iniciar una fiesta con cierto aire de revancha moral. El de una Semana Santa Marinera decidida a ponerse en valor y a la que el año pasado los cielos habían amputado sus días más importantes. Este año, las previsiones eran, son, prometedoras. Pero ha sido la pandemia mundial la que obliga a cofrades y hermanos a recurrir, tal como hicieron los falleros, a hacer unas fiestas virtuales.

Por eso, el pregón previsto para ayer no fue en la iglesia, con música, con autoridades, con la familia semana santera. Tal como había sucedido 24 horas antes con la presentación de las publicaciones (una especie de pre-pregón a cargo de Vicent Juan), el texto del director del Muvim, Rafael Company, se convirtió en «el pregón que no ha podido ser» pero, a la vez, «el pregón que volveremos a vivir» porque el pregonero cambió completamente su texto. Lo acortó y lo adaptó a los tiempos actuales. E instó a que, en la medida de lo posible, haya señuelos de la fiesta sobre unas calles que estarán vacías. ¿Cómo? «Muy fácil: manteniendo la tradición de sacar los cobertores y otras telas especiales en los balcones y ventanas». Costumbre donde las haya, pero con tiento: «Sólo hay que vigilar bien que los tejidos no lleguen al balcón de abajo. En efecto, en esta ocasión, si cabe, poner las telas horizontalmente para que cada casa sea un mundo en el que se respetan las directrices sanitarias».

«Como es sabido, todas las personas podemos salir a los balcones, pero manteniendo las actitudes y distancias que toca. Y en ese sentido, los cobertores son una prolongación, moral pero también físico de nuestro ser. Si lo hacemos, que seguro que sí, será bonito: los barrios de la Semana Santa Marina mostrarán como siempre un signo tradicional de identidad, religiosa y/o cultural y a la vez, cada tarde a las ocho estarán reconociendo el sacrificio de toda la gente que ahora puede llegar a jugarse la vida» continuó. Para además, instar a los vecinos a recordar un pasado «remoto o reciente», con «sus padres todavía jóvenes, los abuelos enamorados, con las buenas amistades con las que se comparten albóndigas de bacalao». Es decir, refugiarse en sentimientos atesorados porque «ahora que el presente es tan inclemente, nos han de resultar balsámicos». Prometió Company incidir en estos sentimientos «cuando, finalmente, pueda hacer el pregón de la Semana Santa Marinera. Retrocederé a los tiempos del pantalón corto y los cabellos bien peinados». Un pregón que «será demostración de que habremos vuelto a esa preciosa normalidad que pocas veces sabemos valorar», y que llegará «cuando nuestros barrios vuelvan a sonreír». Aunque, en el mejor de los casos, la reconstrucción de la Semana Santa Marinera 2020 no pasará seguramente, de algún acto simbólico conjunto. De celebración y acción de gracias.

La Semana Santa Marinera habría salido a la calle por primera vez el día 30, con la «Processió de les Canyes», con el que la Hermandad del Cristo de los Afligidos hacía un ensayo de su salida de Lunes Santo. Tras diferentes oficios religiosos, el Viernes 3, Viernes de Dolor, las calles ya estarían tomadas por imágenes y cofrades. Pero procesionará el silencio.

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