La portavoz del Grupo Municipal Popular, María José Catalá, ha considerado hoy "una insensatez" que el gobierno del alcalde Ribó y el PSPV hayan rechazado en la comisión de Desarrollo Urbano una iniciativa del PP para que se paralicen las obras en la calle Colón y la plaza del Ayuntamiento que conlleva la modificación de líneas de la EMT.

La propuesta del PP, ha explicado, "consistía en que esta actuación urbanística, a la que está vinculada una remodelación de líneas de la EMT, se paralizara hasta tener el consenso de vecinos, comerciantes y todos los agentes afectados y cuenten con los informes técnicos municipales necesarios y preceptivos en cualquier obra municipal".

Para Catalá, aprovechar la situación actual de confinamiento para poner en marcha estas obras, "demuestra que el gobierno del Ayuntamiento actúa de espaldas a la ciudadanía. "En el PP estamos en desacuerdo en los tiempos, en el modo y en las formas con que está actuando el gobierno de Ribó con respecto a estas obras, porque los tiempos no son propicios, el modo es totalitario y las formas son de tapadillo y con alevosía", ha destacado.

La Moción del PP, ha recordado, incidía en la "necesidad de paralizar" unas obras que no son "ni necesarias ni oportunas" en el estado actual de confinamiento general, con la mayor crisis sanitaria "que ha vivido no solo la ciudad de València, sino media humanidad, inmersos en la mayor recesión económica de los últimos 50 años, y miles de personas que han perdido el empleo, con locales comerciales sin actividad, bares y restaurantes cerrados sin saber cuándo volverán a abrir sus negocios, despachos profesionales paralizados".

Catalá ha propuesto que el gasto de 300.000 euros en bolardos y maceteros para estas obras se invierta en comprar test y mascarillas, "porque es momento de salvar vidas, ayudar a autónomos y pymes e invertir en actuaciones productivas".

Una reordenación de líneas, ha recordado Catalá, que nació "sin el menor atisbo de consenso y sin participación por parte de la Delegación de Movilidad impulsora de este cambio, que desde que se dio conocer suscitó las críticas, el malestar y la oposición de residentes de Ciutat Vella y Pla del Remei, de los comerciantes del centro histórico, de la Federación de Asociación de Vecinos y otras entidades, que antes del Estado de Alarma decretado por la pandemia del COVID-19, consideraban precipitada y poco meditada".