"Por este tiempo (año 541) se declaró una epidemia de peste que estuvo a punto de acabar con toda la raza humana" (Procopio de Cesárea, Historia de las Guerras, II, 22. Traducción tomada de la Biblioteca Clásica Gredos)

Con este rotundo párrafo, empieza la narración más detallada que se conoce de la llamada peste de Justiniano, en referencia al poderoso emperador romano de Oriente en cuyo reinado tuvo lugar la pandemia. El mismo cayó enfermo, pero se recuperó y aun reinó más de 20 años, en los que, entre otras cosas, le dio tiempo a invadir y ocupar una parte del litoral Sudeste de la Península Ibérica, tal vez incluida Valencia.

Según Procopio, testigo directo de los hechos: "(la plaga) se extendió por la tierra entera, se cebó en cualquier vida humana sin perdonar ni naturalezas ni edades".

"A unos los atacó en verano, a otros en invierno y a otros en las otras estaciones del año. Así pues, que cada cual diga lo que piense al respecto, ya se trate de un charlatán o de un astrologo (adivino)

"Comenzaba siempre está enfermedad por las zonas costeras y, así, iba subiendo hacia las regiones del interior. Al segundo año (542) llegó a Constantinopla.

"Los médicos más reputados predijeron que morirían muchos que, inesperadamente, sanaron poco después y aseguraron que se salvarían muchos que, sin embargo, iban a perecer muy pronto. De tal modo que no había ninguna causa de esta enfermedad que pudiera ser comprendida por el razonamiento humano, pues en todos los casos la recuperación se producía la mayor parte de las veces de una forma impensada....

"....la enfermedad estuvo cuatro meses infestando Constantinopla y durante tres de ellos se manifestó con especial virulencia. Al principio morían en número un poco mayor que el de costumbre, después las pérdidas fueron elevándose para alcanzar una cantidad de cinco mil víctimas al día, hasta llegar a diez mil o incluso más....

"En aquellas fechas quedaron arrumbados todos los ritos funerarios. Los difuntos no eran llevados a enterrar con su cortejo, como de costumbre..."

"En esos días parecía que no era fácil ver a nadie por los lugares públicos sino que todos los que estaban sanos permanecían en sus casas, cuidando a los enfermos o llorando a los muertos."

"Cesaron todas las actividades y los artesanos abandonaron todas sus ocupaciones y los demás trabajos que cada cual tenía entre manos"

"También cayó (la plaga) sobre el territorio persa y sobre todos los demás pueblos barbaros"

El largo texto de Procopio, en parte sigue el modelo literario empleado por Tucídides en el siglo V a.C. para describir la peste de Atenas, que acabó con su famoso líder, Pericles. Estos extractos de la descripción de los efectos producidos por la gran pandemia de peste bubónica, una enfermedad bien distinta a la actual, ahora nos resultan sospechosamente familiares, ya que recrean en buena medida la situación por la que está pasando la Humanidad. Nada nuevo bajo el sol, podríamos pensar, a pesar de ser noticias de hace más de mil años.

Esta peste, que según se creyó, se originó en Egipto, produjo un colapso demográfico que despobló la mayor parte de la cuenca mediterránea y afectó especialmente la integridad y solidez del Imperio Romano de Oriente. Además, la pandemia no desapareció pronto, sino que se constataron varios rebrotes menores durante los siguientes 200 años, hasta el 750.

Las crónicas de la época visigoda indican escuetamente que toda Hispania fue afectada por la plaga en el 542-543, unos pocos años antes de un concilio que se celebró en València en el 546, alguno de cuyos cánones parece hacer alguna referencia a este episodio.

La rápida difusión de la pandemia se vio favorecida por qué en este periodo las relaciones comerciales, terrestres y marítimas, estaban muy desarrolladas, dentro de un contexto general de expansión económica y militar del imperio romano de Oriente. Este es otro rasgo característico de las grandes pandemias, que se expanden cuando las comunicaciones y las relaciones comerciales son muy fluidas.

En 1986-1987, en las excavaciones de l'Almoina de València, apareció una extraña fosa común que contenía los restos amontonados y revueltos de 15 individuos. A pesar de la aparente tosquedad y evidente precipitada ejecución de esta sepultura, estaba situada en un lugar privilegiado, cerca de la catedral y junto a un lugar muy venerado por los primeros cristianos, la cárcel donde San Vicente fue martirizado hasta la muerte. En su alrededor, entre los siglos V y VIII se desarrolló un cementerio privilegiado. Al estudiar y publicar la excavación, se pudo fechar a mediados del siglo VI el momento de formación de esta fosa común y ya se interpretó como una probable consecuencia de la peste de Justiniano.

Debido a la singularidad y el interés de estos hallazgos, hace pocos años, la Secció d'Investigació Arqueològica Municipal (SIAM) de València fue contactada para participar en un amplio proyecto científico internacional e interdisciplinar en el que participaban varios investigadores e instituciones, caso del "Max Planck-Harvard Research Center for the Archaeoscience of the Ancient Mediterranean", el "Department of History (Harvard University)", el "Department of Archaeology (University of Cambridge)" y varios más de Alemania, Austria, Bélgica, Estonia y Francia,.

Su finalidad era rastrear por Europa las evidencias de esa gran pandemia de Justiniano, bien conocida por las fuentes históricas, pero apenas por la arqueología. Obviamente, se propuso la referida fosa común de l'Almoina como objeto de estudio. Se tomaron las pertinentes muestras en las instalaciones de la SIAM y también se aprovechó para realizar pruebas a los huesos para testarlas con el sistema de datación del carbono 14, que confirmaron que los individuos habían fallecido en el siglo VI. Los análisis, realizados en el laboratorio de la universidad de Tubinga (Alemania), detectaron la presencia del genoma de la peste causante de la muerte.

Los resultados de este estudio han sido publicados en el artículo colectivo: "Ancient Yersinia pestis genomes from across Western Europe reveal early diversification during the First Pandemic (541-750)", que se puede consultar y descargar por internet: https://www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1820447116

Valga este ejemplo para hacer ver que la situación actual es tan terrible como repetitiva a lo largo de la historia de la Humanidad, al menos cada cierto lapso de tiempo. Afortunadamente, gracias a los avances de la ciencia médica y de la existencia de un sistema de salud, ahora no es, ni de lejos, tan letal como antes. En este caso, cualquier tiempo pasado fue peor.

Desde hace muchos siglos, al menos desde la referida peste de la Atenas de Pericles, se conocen grandes y mortales episodios que incidieron negativamente en la demografía del momento, muchísimo más que ahora, desde luego. Se podrían comentar, entre otras, la últimamente famosa "Gripe española" de 1917-1918, los episodios de colera del siglo XIX, la terrible mortandad que llevaron los europeos a América, que diezmaron las poblaciones indígenas o las numerosas pestes de las épocas Moderna y Medieval, especialmente la de la mitad del siglo XIV, que también ha dejado su huella arqueológica en València, otra vez en l'Almoina. Pero esto ya daría para otro muy extenso capítulo.