Si hay un sector afectado por la no entrada en la fase 1 de desconfinamiento, ese es el de la hostelería. Miles de bares y restaurantes se preparaban para abrir sus terrazas el próximo lunes y «esto ha sido una puñalada». «El jarro de agua fría lo sufrimos cuando nos vimos obligados a cerrar nuestros establecimiento. Esto es peor aún, porque parecía que todo estaba bien y nos hemos tirado a una piscina sin agua», dice José Miralles, presidente de los hosteleros de la Malva-rosa, que recuerda que muchos de ellos se han quedado con las neveras llenas y los trabajadores listos para comenzar.

Desde luego, la decisión tomada ayer por el Gobierno no se la esperaban. En estas mismas páginas los hosteleros hablaban de sus preparativos, de las medidas de distanciamiento, de las cartas con códigos QR. Todo estaba listo para reanudar la actividad, aunque fuera solo en las terrazas y con la mitad de aforo. Solo en la ciudad de València hay cerca de 4.000 terrazas, lo que da una idea de la magnitud de las medidas y de las decisiones, que califican de «absolutamente «frustrantes».

«Parecía que pasábamos de fase seguro y los restaurantes, ya sin posibilidades económicas, nos hemos tirado a la piscina estando medio vacía», dice Miralles. «Todos los restaurantes de la playa, por ejemplo, teníamos previsto abrir a lo largo de la semana. Cinco de nosotros, yo entre ellos, íbamos a abrir el lunes y hemos hecho inversiones muy fuertes en el local para tenerlo a punto, con muchas medidas de higiene y de distanciamiento, tenemos llenas de género las neveras y tenemos a los trabajadores listos para empezar a trabajar, así que esto es muy duro para nosotros», lamenta.

Ahora, lo único que pueden hacer es intentar que el golpe sea lo menos duro posible, y para ello ya se han coordinado con la Federación de Hostelería para tratar de buscar soluciones a algunos de sus problemas. Uno de ellos es el de los empleados, dice Miralles, que no sabe, por ejemplo, si los trabajadores que han sacado del ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) «podrán ser incluidos de nuevo por la administración o tendremos que pagarles el sueldo nosotros».

«Este es uno de los peores problemas. Bueno, todo es un problema, porque esto no nos lo esperábamos y lo vamos a pasar mal», relata el presidente de los hosteleros de la playa de la Malva-rosa, que teme, de entrada, que gran parte del genero perecedero que habían comprado lo tengan que tirar.

Inseguridad

Para el presidente de la Federación de Hostelería de València, Manuel Espinar, todo esto tiene indignado al sector, porque «después de 55 días cerrados y a 48 horas de abrir, nos dicen que no podemos». Para Espinar no es momento de hablar de culpables, porque «la consellera también ha hecho una declaración muy dura», «el problema es que se está jugando con un dinero que no tenemos». Es más, el presidente de los hosteleros de València cree que se ha creado inseguridad para las próximas fases», pues los afectados no van a saber a qué atenerse. Su idea, por tanto, es tratar de recomponer la situación y a partir de hoy ponerse a trabajar con la administración para ver cómo se resuelven todos estos problemas. «Ahora solo podemos decir que estamos indignados, que nuestras expectativas nos las han chafado y que nos han hecho un daño irreparable».