Haber tenido, o tener, el taller en la ciudad de València; haber firmado un contrato para realizar la falla de una Comisión reconocida, sea de donde sea y los habituales de estar al corriente de los pagos a la Seguridad Social y Hacienda, no haber recibido ninguna otra ayuda con el mismo objeto; y no tener deudas pendientes con el Ayuntamiento de València. Estos son los requisitos, claramente asumibles, que deben reunir los artistas falleros para recibir una ayuda que será un máximo de cinco mil euros, procedentes de la concejalía de Desarrollo Económico, con el que el consistorio quiere echar una mano a un sector, el de autores de fallas, en un serio peligro de desaparición. Así lo desveló ayer la concejala del área, Pilar Bernabé. Es la revisión de un proyecto de cien mil euros planteado antes de la pandemia y que ahora, tras cancelarse aquel, renace doblando la dotación hasta los doscientos mil.

Una ayuda que el portavoz del Gremio de Artistas Falleros, Ximo Esteve, calificó de eso: de «ayuda. Porque lo que debemos tener claro es que los artistas, como ningún otro oficio, puede pensar que las instituciones nos van a dar de comer. Nos pueden ayudar, pero una subvención es eso: una subvención. «El reto es nuestro: el de reinventarnos, el de buscar nuevos nichos de mercado», dice.

Un centenar de talleres peligran

«Esto es un paliativo, que va a ayudar a que se intente cerrar la menor cantidad posible de talleres. Pero algunos cerrarán. Lo que pasa es que, si nosotros no nos movemos, serán cien». Esteve recordó, en ese sentido, las deudas que quedan pendientes más allá del ayuntamiento, «porque al artista fallero, a día de hoy, no le ha servido de nada ser Patrimonio de la Humanidad». Bernabé destacó precisamente que es una ayuda «para mantener la actividad económica y premiar a aquellos que decidieron apostar por la ciudad de València, donde el suelo es más caro».

Como es habitual en estos casos, al tratarse de una ayuda municipal, no puede aplicarse a los que tienen el taller en polígonos de otras poblaciones «porque no es nuestra competencia». Las ayudas están pensadas para «cubrir cosas tan comunes como el gasto corriente, alquiler, luz, agua, gasto de proveedores, pintura, impresión en 3D o incluso cuestiones que tengan que ver con programas informáticos que necesiten». Es decir, gasto corriente, porque resulta evidente que este colectivo «va a ver afectos sus ingresos y queremos que sea lo menos duro posible».

El plazo que se da para mostrar como justificantes es «del 1 de enero de 2019 al 15 de marzo de 2020, creemos que es tiempo suficiente para justificar los gastos. Hemos buscado todo tipo de facilidades para poder ayudar».