Este año la pandemia del coronavirus nos ha arrebatado también el esplendor barroco y mediterráneo de las fiestas de Corpus Christi en Valencia, que en lo tocante a su externalidad es fundamentalmente visual, gráfica, pictórica. Su procesión -casi siete veces centenaria- es un vigoroso compendio de detalles, matices, colores y vivencias, objeto de captación de cientos de cámaras. Impresionante, revoloteador el apretado "pool" de fotógrafos que discurre por delante de la portentosa Custodia -la más grande de España- buscando la estética de su paso a través de la intensa lluvia de pétalos de flores por las calles convertidas en salones palaciegos.

No hemos podido revivir en esta ocasión la "solemnial e general processó de corpore christi" hecha a la manera antropológica de los valencianos, la que, en palabras del Cardenal Carlos Osoro, es la especial manera de "ver " a Dios de los valencianos, "bellísimo poema teofórico dedicado a Jesús realmente presente en la Eucaristía. Toda una catequesis kerigmática, que fue la primera de la Iglesia primitiva".

Nos queda el recurso para saborear y rememorar la fiesta, a esta estética de la religión, de acudir a la fotografía, a la virtualidad. Y sin lugar a dudas, el fotógrafo que en la historia del Corpus de Valencia más le ha servido, atendido y cuidado con mimo es Pedro Molero, de quien cabe predicar es su fotógrafo de cámara. Son miles las fotografías suyas que desde hace un cuarto de siglo viene testimoniando el devenir, la persistencia, la potenciación de una procesión de rotunda afirmación de celebración y de fe en la plaza pública.

Todos los días del año, antes con sus cámaras analógicas y ahora con las digitales, antaño con su laboratorio y ahora con ordenadores, está dedicado a la manera de monje ermitaño, de orfebre religioso, al Corpus. Fotografía y luego va ordenando, sistematizando, puliendo, subrayando, limpiando, haciendo más nítida su obra. De una sola procesión pueden salir de sus manos miles de fotos, que son testimonios, documentos, orfebrería gráfica para la historia.

Procedente del mundo médico-sanitario, Pedro Molero encontró siempre en la fotografía ese otro ámbito de la vida en que el ser humano completa su realización. La fotografía, lo gráfico, ocupa su tiempo libre, invirtió siempre los retales de su tiempo en el goce y disfrute de la creación artística. Vive, cual pasión irrefrenable, la fotografía, que es captar con la sensibilidad del alma el momento preciso y aprehenderlo, plasmarlo, fijarlo, cualidad que la tienen pocos privilegiados. El, además, es renacentista, pues además de dibujante, pintor, fotógrafo, diseñador, es músico, y tiene por instrumento preferido el saxo, hasta en el confinamiento ha buscado sus clases virtuales de práctica de este instrumento.

Con Pedro Molero he tenido la suerte de viajar en plan safari fotográfico de monumentos históricos fotografía a lugares especialmente hermosos de nuestro patrimonio artístico y de nuestras ancestrales fiestas folklóricas. Y he visto como la fotografía es su vida, más ahora liberado de las obligaciones de su profesión. Nada le arredra, se marca el objetivo y lo logra como un vehículo blindado superando todos los obstáculos. El secreto está en la fuerza de su vocación, que no es otra cosa que querer y poder. Juntos, además, él con las fotos y yo con el texto hicimos un libro sobre las singulares fiestas de Corpus de Almàssera. La parte visual quedó impresionante, me recuerda al pintor Ignacio Pinazo dibujando la procesión que en este pueblo se hace en agosto por Privilegio Pontificio en memoria del Miracle dels Peixets.

Tengo en casa suyas 800 fotografías de la procesión de Corpus de Valencia -audiovisual de la Biblia, de la Historia de Salvación- detalle a detalle, personaje a personaje, regalo con el que ilustré mi tesis doctoral sobre la procesión, ya que es la mejor manera de explicarla, "viéndola". La entrega fue una selección de las miles de fotos que tiene en su archivo sobre el Corpus, banco de datos gráficos valiosísimo a conservar y salvar. Fue un gesto generoso de amistad, como todo lo suyo, pura generosidad y sincero amor al arte, a las fiestas y tradiciones, al más puro folklore, a la cultura, que en su caso no le ha supuesto dinero, sino que le ha costado. Un caso atípico en este mundo donde tanto pirata y delincuente con piel de cordero se aprovecha desvergonzadamente de la gente sana e idealista.

De todo lo que hace sobre el Corpus -carteles, comic, calendarios, tarjetas, acuarelas,€- hay un variado repertorio en su página web www.pedromolero.es. Allí muestra todo lo que hace. Preciosos los carteles anunciadores de la fiesta. Es Pedro Molero en la globalidad cultural y religiosa de la fiesta de Corpus, declarada Bien de Interés Inmaterial Cultural, elemento clave de esta última parte de su larga historia y el depositario de la documentación gráfica que habrá que aportar para conseguir la procesión el más que merecido título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Ahora prepara con Rodrigo Madrid un libro sobre la Danza de los Seises de la procesión de Corpus de la octava del Patriarca, el cual saldrá a la luz pasado este verano y amainado el furor de la pandemia. Una preciosidad por las pruebas que he visto que avalan el buen hacer de este romántico de la fotografía.