Luto en el socialismo, en el sindicalismo, en el mundo del fútbol, en el ayuntamiento y en el corazón de tantas miles de personas que pudieron tratar con Ramón Vilar en sus muy activos 64 años de vida. El concejal de Hacienda del Ayuntamiento de València y dirigente del Levante UD murió de un infarto el pasado sábado por la noche cuando pasaba unos días en el apartamento que la familia tiene en Cullera. Nada hacía presagiar un desenlace así, estaba en el momento cumbre de su vida política, por lo que su muerte ha sido doblemente sentida en la familia socialista y levantinista, que ayer encabezaron el pésame general de la ciudad de València. Y es que Ramón Vilar ha sido parte activa de la misma en casi todos los frentes que le fue posible. Se va una persona querida, admirada y respetada, de las que no acumulaba enemigos y que siempre supo estar en el papel que le fue encomendado, destacan quienes le conocieron de cerca.

Vilar, casado y con dos hijos, nació en València el 28 de agosto de 1955. El mes que viene habría cumplido los 65 años, aunque él nunca habló de jubilación. La política la llevaba en su ADN. Su debut en la cosa pública lo hizo aún con la dictadura. En el año1974 ingresó en las Juventudes Socialistas y casi simultáneamente en el Partido Socialista y en la Unión General de Trabajadores. Entre 1983 y 1995 fue concejal del Ayuntamiento de València en los gobiernos liderados por Ricard Pérez Casado y Clementina Ródenas y en la oposición a Rita Barberá los últimos cuatro años. Pertenecía al Comité Nacional del PSPV y a la Comisión Ejecutiva Comarcal de Valencia. Y en 2015 volvió com0o concejal al Ayuntamiento de València por el Partido Socialista ocupando la Delegación de Hacienda en los dos gobiernos de coalición con Compromís.

Pero además, como licenciado en Economía y gran aficionado al fútbol, era miembro del Colegio de Economistas de València, del Club de Encuentro Manuel Broseta, del Ateneo Mercantil de Valencia, y consejero del Levante UD, equipo al que dedicó sus mejores pasiones y también sus grandes acciones.

«Socialista hasta la médula»

En el terreno personal, Ramón Vilar era una persona amable y respetada, dialogante y tolerante. Baste como ejemplo que la mayor animalista del ayuntamiento, Glòria Tello, lo tenía como uno de sus mejores colegas pese a ser también un destacado defensor del mundo de los toros.

Como sindicalista era un técnico y un estratega, de los que ponían claridad en el conflicto o en la negociación. Y nunca dejó esa faceta suya. Aunque ahora formaba parte del gobierno municipal seguía siendo presidente de la Comisión de Control de Economía de la Federación de Servicios Públicos de UGT. «Era socialista hasta la médula, de los que no entendían la política sin la militancia sindical», precisaba ayer Luis Lozano, secretario general de UGT. «Aunque aparentemente era muy tranquilo, lo somatizaba todo, no paraba de darle vueltas a las cosas», asegura.

Esto mismo le pasaba también en la política. Sin entrar en conflicto con nadie defendió siempre su visión socialista de la gestión pública y no dudó en llevarla a la práctica en toda su labor municipal. En aquella primera etapa de los años ochenta y noventa, con Ricard Pérez Casado y Clementina Ródenas, alternó el ímpetu y el compromiso social con la gestión municipal. «Fue el injerto joven de las candidaturas de 1979 y 1983», dice Perez Casado, quien define a Vilar como «una excelente persona» cuya gestión al frente del área de Juventud y Deportes, fue «muy beneficiosa para la ciudad».

Después de aquella etapa volvió a la primera línea política en la candidatura de Joan Calabuig al Ayuntamiento de València. Y con el cambio de gobierno y la formación de la coalición Compromís-Partido Socialista-València en Comú, se encargó de la Concejalía de Hacienda, donde ha realizado una labor alabada por todos.

Discreción, jovialidad y rectitud han sido algunas de sus virtudes en esta última etapa, que ahora se había complicado con la crisis sanitaria. De hecho, la muerte ha sorprendido a Vilar cuando trataba de adaptar los presupuestos de 2020 a las necesidades derivadas de la crisis sanitaria y daba las primeras pinceladas a las cuentas de 2021 o cuentas de la reconstrucción.

Loco por el Levante UD

Pero si el sindicalismo y la política fueron sus motores, el corazón lo tenía en el Levante UD. Puede decirse que era un gran aficionado al deporte en general, porque ya de joven, a principios de los años setenta, militó en las filas del equipo de rugby Abelles, pero en el equipo granota se implicó de una forma muy destacada. Socio histórico del club, fue de las personas que integraron aquella fundación y aquella dirección que salvaría al equipo en los años 2008 y 2009. Ya de joven ayudó al Levante desde el área de Deportes del Ayuntamiento y luego fue pieza clave en la operación urbanística que permitió remontar al club, contribuyendo de manera muy destacada a la etapa más gloriosa del Levante en su ya centenaria existencia.

Para que no quedaran dudas de su levantinismo, la solapa de su chaqueta siempre lucía un pin del equipo y su despacho del ayuntamiento estaba presidido por el banderín del club al que entregó gran pate de su tiempo y su pasión.

Ayer, las peñas, el club, la prensa deportiva y el mundo del deporte en general lamentaron su pérdida, lo mismo que la clase política, los sindicatos, sus adversarios políticos y todo aquel que tuvo la suerte de conocerlo.

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