La iglesia de San Nicolás vuelve a estar en obras para la restauración de su sacristía barroca, uno de los últimos elementos que le quedaban pendientes. Y será, como desde el principio, la Fundación Hortensia Herrero la que se encargue de ello con una aportación económica de un millón de euros.

Tanto el Arzobispado de Valencia como la propia fundación han acordado completar el círculo de la restauración de San Nicolás. Después de las fachadas y vidrieras, en una primera actuación, la restauración de los frescos, posteriormente, y la Capilla de la Comunión, hace dos años, el templo de la calle Caballeros verá ahora restaurada también su sacristía y otros elementos adyacentes.

El presupuesto de esta intervención asciende a cerca de un millón de euros y correrá a cargo de la Fundación Hortensia Herrero, que ya asumió los costes de las anteriores intervenciones. Las obras arrancaron ayer mismo y la previsión es que se prolonguen durante diez meses.

El equipo de rehabilitación, además, será el mismo. La empresa EMR, bajo la dirección de Carlos Campos, se hará cargo de una rehabilitación que en esta ocasión es en su totalidad estructural.

«Con la restauración de la Capilla de la Comunión de la iglesia de San Nicolás completamos las intervenciones realizadas por la Fundación Hortensia Herrero entre los años 2012 y 2017 en este templo. Supone terminar de cerrar un círculo y me siento muy ilusionada porque, como he dicho muchas veces, esta iglesia es muy especial para mí, tanto a nivel personal como por lo que representa para la Fundación al ser la primera intervención que realizamos», explicó Hortensia Herrero.

En tiempos difíciles

Antonio Corbí, párroco de la Iglesia de San Nicolás, indicó, por su parte, que esta intervención «consolida los trabajos ya realizados y devuelve la belleza a una parte del templo hasta ahora no restaurada. Gracias al interés personal de Hortensia Herrero y al mecenazgo de su fundación los valencianos podrán seguir disfrutando de este monumento religioso, expresión de nuestra historia artística y cultural. En estos momentos difíciles es un signo de compromiso con el bien común y de confianza en el futuro», explicó.

«Las obras tienen por objetivo la rehabilitación de las dependencias situadas entre la cabecera de la iglesia y la plaza del Correo Viejo. Estos espacios albergan, en planta baja, la sacristía barroca, del siglo XVIII y el trasagrario fechado en 1664, así como una serie de dependencias en las plantas superiores actualmente sin uso, pero que tiene el atractivo de poder contemplar el ábside del templo y la ventana original del muro de la cabecera. También se contempla la restauración de la estrecha fachada del edificio sobre la citada plaza del Correo Viejo, explica Carlos Campos.