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El palmeral de València pierde 350 árboles pero atempera su caída

La sangría generada fundamentalmente por el picudo rojo se ha reducido, pero Ciudadanos reclama una actuación integral para evitar que continúe el descenso en un árbol que es «imagen de la ciudad»

Palmeral de Reino de València, uno de los más grandes de la ciudad, durante unas labores de poda. levante-emv

El palmeral de la ciudad de València no se recupera, aunque se ha contenido su alarmante ritmo de desaparición. Esta es una de las conclusiones que se extraen de los datos facilitados por el consistorio, en respuesta a una pregunta formulada por el Grupo Municipal Ciudadanos, formación que reclama medidas evitar que continúe la curva descendente en, según su portavoz Fernando Giner, «un árbol que forma parte de la imagen de la ciudad y que precisa mejorar su estrategia de saneamiento».

En los últimos doce años, las calles, jardines y espacios cerrados de la ciudad han perdido casi la décima parte de sus palmeras. Las cifras son las que son. Así, en el año 2008, una nota oficial del ayuntamiento cifraba en 21.395 el número de ejemplares en el término municipal de València. En el año 2015, un estudio del jefe de sección de Estudios y Planificación del Arbolado, Santiago Uribarrena («Las Palmeras en el inventario del arbolado monumental de la ciudad de València») desvelaba que el censo se había reducido a 19.936, que suponían el 12 por ciento de los árboles de la ciudad. Hay que recordar, en ese sentido, que justo un año antes de empezar ese periodo, en 2007, es cuando aparece el primer caso de picudo rojo en el término municipal de València, y que fue uno de los grandes causantes de la mortalidad.

Freno en los últimos años

En los últimos cinco años, la sangría se ha detenido y aunque el crecimiento vegetativo de palmeras sigue siendo negativo, la reducción se ha atemperado: en la actualidad hay 19.589 en los espacios públicos, lo que supone una reducción de 350 en este último periodo.

La formación naranja solicitó explicaciones sobre la estrategia de poda, que es variable segün la especie (anual en la Phoenix, discrecional en la Washingtonia o dos o tres años en el caso de la Siagus) «porque vemos necesario revisar todos los riesgos y se debe evitar todo aquello que sea un peligro».

Precisamente, la especie mas extendida es la Washingtonia robusta -la palmera mexicana-, con más de seis mil ejemplares, un tercio del total, seguida de cerca por las diferentes especies de la datilera (Phoenix dactylifera). La washingotnia es el sexto árbol más frecuente de toda la ciudad -incluidas palmeras y otras especies- siendo el naranjo amargo el más habitual.

Poda a gran escala

El picudo rojo ha sido la principal causa de descenso en el palmeral de la ciudad, a lo que hay que sumar el llamado «estrés urbano» (desde los vientos entre fincas a la intoxicación por plásticos caídos al subsuelo, pues no hay que olvidar que la palmera es una especie contranatura en un entorno urbano, especialmente a la hora de tener firmes las raíces) o los rigores del cambio climático, a pesar de ser la palmera sea una especie altamente resistente, pero hasta un límite de condiciones. Precisamente el año pasado por estas fechas se produjo la caída de varias palmeras de forma prácticamente consecutiva, lo que generó un debate, más allá de los problemas de seguridad que esto generaba y que era una continuidad de una particular «epidemia» de caídas que tuvo lugar en el verano de 2012. Justo en estas fechas el concejal Sergi Campillo anunciaba una operación de poda a gran escala para evitar los riesgos de fractura por exceso de peso.

Aparte de la condición mediterránea, muchas de las palmeras de la ciudad tienen carácter de especie protegida tanto por su tamaño como por su edad. Hay ejemplares cuya imagen persiste a lo largo de las generaciones en el mismo espacio.

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