Seguridad (o falta de ella), problemas con el riego, falta de higiene, abandono de cultivos, abandono social y, sobre todo, moral. Los problemas crecen alrededor de la gran parcela de huerta que sobrevive valientemente al sur de la ciudad, fundamentalmente entre la avenida de Antonio Ferrandis -que ya se llevó por delante no pocas hanegadas- y el Plan Sur -que hizo otro tanto hace medio siglo-. Lo que queda es una sucesión de campos de regadío de todo tipo de cultivos, vehementemente proclamados como un patrimonio, pero al que se le acumulan las calamidades.

El confinamiento trajo una oleada de hurtos de producto listo para recoger y en los últimos tiempos ha surgido la cuestión del riego o, mejor dicho, el insuficiente caudal que discurre por las acequias, todo un entramado que surge a muy pocos metros de las avenidas de la ciudad.

Ayer fue la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) la que se hizo eco de estos problemas y reclamó a la Administración «medidas urgentes» para solucionar los «graves problemas de la carrera de la Font d'En Corts y de San Luis».

Motores de gasolina para regar

Según la denuncia, que es un recopilatorio de las quejas escuchadas no pocas veces, los campos se encuentran en su mayoría abandonados por la imposibilidad de regar en condiciones adecuadas para poder plantar las hortalizas de temporada. «El riego de media hanegada de campo les lleva más de 7 horas, que se alargan a días enteros en el caso de campos de varias hanegadas de extensión. Los agricultores se ven obligados incluso a utilizar motores a gasolina de su propiedad para poder regar, lo que implica un sobrecoste económico, que provoca el abandono progresivo de la huerta del sur de Valencia por falta de rentabilidad». El vídeo de uno de los agricultores, que mostraba sus campos a medio regar después de varias horas, ha calado profundamente entre la comunidad labradoras.

Según indican en un comunicado, «pese a ser catalogada como "Huerta protegida", los agricultores no reciben ningún tipo de protección. Muestra de ello es que les roban sus cosechas con total impunidad y deben regar con los sobrantes de Rovella, de las excavaciones de construcciones y de la bomba de agua de la pista de Silla, lo que significa que no cuentan con una dotación de agua suficiente en sus acequias».

Sin embargo, añaden, «la ley de protección de la huerta sí que implica una serie limitaciones para su trabajo que dificultan la viabilidad agraria, puesto que no pueden plantar determinados cultivos arbóreos, entre otras restricciones como la construcción de invernaderos, al tiempo que no reciben inversiones económicas que preserven el entorno y posibiliten el mantenimiento de una actividad económica fundamental».

Por ello, AVA-Asaja reclama a la administración «que ponga en marcha medidas urgentes para solucionar estos problemas, entre las que destacan la puesta en marcha del pozo de la Fonteta de San Luis que abastecería a estas pedanías o la reestructuración de las acequias para adaptarlas a las nuevas características de los caudales, así como su mantenimiento y su limpieza regular».

El ayuntamiento de València se comprometió, a través de Emivasa, a aumentar el caudal fruto de la construcción del Casal España que permitirá regar varios meses, «pero esta medida no deja de ser un parche provisional que no soluciona los problemas a largo plazo».

AVA-Asaja reclama, por otra parte, «que se establezca vigilancia para luchar contra los robos generalizados de cosechas y para impedir el uso de la zona como vertedero en el que se abandonan multitud de escombros de forma continuadan de escombros en las acequias».