Benicalap contará, en un par de meses si se cumplen todas las previsiones, con un nuevo espacio verde, pero singular. La delimitación del recinto con un vallado de madera ha sido el primer paso para la creación de Espai Verd Benicalap, una parcela en la que se combinarán los huertos urbanos, un bosque sintrópico y un espacio de convivencia.

Se trata de uno de los proyectos ganadores, el pasado mes de febrero, de una convocatoria de Las Naves, en el que participan diferentes entidades del barrio, incluyendo la Asociación de Vecinos, los centros de enseñanza, la asociación Ultramarins 154 o Casa Caridad. Con él se pretende dar utilidad a una de las señas de identidad (o de «no identidad», según se mire), de la Ciudad del Artista Fallero: los desacampados que separan las naves de los artistas y la Ronda Norte. Se empezó con la delimitación del trazado y los siguientes paso serán instalar el riego, allanar los terrenos y, por supuesto, la siembra.

Uno de los promotores del proyecto, Juan Manuel Rodilla, secretario de la Ultramarins 154, destaca del proyecto que es «esa unión de sensibilidades de muchos colectivos. En el barrio ya hay unos huertos informales, pero que van a desaparecer con la ampliación del parque de Benicalap. Hace dos años nos reunimos diferentes entidades del tejido social» y el proyecto Espai Verd Benicalap. Que se presentó al proyecto europeo Grow Green a través de un concurso de Las Naves y que el pasado mes de febrero confirmaba su premiación. «Potenciar la huerta y su entorno, así como recuperar un solar en desuso mediante la generación de un espacio cívico verde.

El espacio incluye un «bosque sintrópico comestible», un espacio socioeducativo y unos huertos comunitarios» fue el lema que además, en la práctica supone «que un barrio, y especialmente sus jóvenes y sus niños, se conecten con una huerta que siempre ha estado al lado, que la ven, pero que no la pueden tocar» en alusión a la barrera de asfalto que supone la circunvalación de la ciudad.

Con mucho voluntariado

El premio, 12.000 euros, es lógicamente insuficiente para la transformación en jardín y parque de un descampado. Por eso «el voluntariado y las donaciones son esenciales». Un jardín que puede ser efímero «si se aplica a estos terrenos, que son de uso educativo, el cometido para el que están destinados». Hay que recordar, en ese sentido, que una de las alternativas, desde hace tiempo paralizada, es trasladar ahí la Junta Central Fallera. «Lo que no queremos es que la acción que estamos haciendo ahora suponga no darle el uso para el que está destinado» teniendo en cuenta que no es un uso inmobiliario.

La previsión es que, a finales de octubre o primeros de noviembre, el nuevo jardín sea una realidad. «Además, se le da un uso importante a algo que lleva mucho tiempo siendo lo que es: un descampado que no tiene ninguna utilidad. Ahora será una alternativa verde, una forma de reencontrarnos con la huerta y un lugar abierto para socializar, algo que en estos momentos hace mucha falta con las restricciones que sufrimos».