«Sacrificio Cero» es el lema con el que el ayuntamiento pretende, dentro de su concejalía de Bienestar Animal, evitar la imagen de las perreras como centros en los que los animales están condenados a morir si, en un determinado plazo de tiempo, no encuentran nuevos cuidadores o si los centros se colapsan. Y aunque la perrera de Benimàmet siempre está por encima de su capacidad, una nueva acción viene a reivindicar la renuncia a acabar con la vida de animales sanos. La concejala Gloria Tello, es cierto, puntualiza que el sacrificio debe mantenerse «para aquellos casos irremediables, como son las enfermedades incurables o en todo caso, salud pública. Evitarse la agonía, como haríamos con nuestros seres queridos». Pero, con todo, el paso realizado es simbólico: han empezado las obras para desmantelar la antigua cámara de gas, la sala de eutanasia y la cámara frigorífica, todas ellas dedicadas antes al sacrificio de animales, especialmente de perros, para transformarlas en zona de cuidado de gatos y clínica veterinaria vinculada a los felinos albergados en el refugio de Benimàmet.

El espacio, además, estará dotado de una zona de recreo exterior para los gatos, en la que se colocará una malla exterior para delimitar la zona. Así, los gatos ganarán un espacio de 23,71 metros cuadrados. En la intervención, además, se harán otras actuaciones, como la sustitución los revestimientos interiores de paredes de la dependencia de inspección veterinaria, la colocación de mobiliario de pared en la clínica y laboratorio y el cambio de la iluminación en dos dependencias administrativas. El centro todavía debe estar operativo dos años.

Por otra parte, también se llevarán a cabo determinados trabajos de mantenimiento en las instalaciones de saneamiento actuales con la colocación de un sumidero lineal en la zona destinada al limpiado y secado del material utilizado por los animales. Se subdividirá esta zona en tres áreas de lavado y secado. Las obras tienen un coste de 33.595,48 euros.