«Visto con la distancia me he dado cuenta que la decisión no fue la más adecuada». Eso, en el turno de disculpa. «Lamento profundamente que una acción puntual e individual esté quitando protagonismo a todo este recorrido y trabajo». Esto otro, en el turno de contrarréplica. Con esta idea («si, es un error, pero hemos hecho muchas cosas como para quedarnos en la anécdota»), el concejal de Innovación Carlos Galiana, capeó las 24 horas de temporal que le ha supuesto su intervención en «play back» ante la Comisión Europea.

Es todo aquello que un político con proyección, poco habituado al viento en contra, no desea encontrar en su carrera. Desde los comentarios jocosos y versiones ridiculizadas de la intervención por parte de toda suerte de comunicadores a nivel local y nacional a las críticas en el ámbito político. Sabiendo, además, que el tema no ha gustado ni siquiera en su propio partido y que le hará llevar un sambenito durante un tiempo.

Finalmente, tras digerir el terremoto hasta mediodía, y ser casi perseguido para buscar una versión de los hechos, el edil se armó de lápiz y papel y dejó clara su opinión. En la que prima la reivindicación de la labor hecha. «Como concejal de Innovación, la máxima prioridad que he tenido siempre ha sido promover a València como una ciudad referente en Europa a nivel de políticas de innovación y emprendimiento, por eso hemos dedicado meses de trabajo para presentar a la Comisión Europea un proyecto serio y riguroso para optar a la Capitalidad Europea de Innovación en el 2020, y de hecho así se ha considerado por el jurado al haber llegado hasta la última fase del proceso y habernos otorgado un premio de cien mil euros».

Explicada esa mochila, venía su reproche: «Lamento profundamente que una acción puntual e individual esté quitando protagonismo a todo este recorrido y trabajo que, por otra parte, llevamos años realizando desde distintas áreas, para situarnos como un polo de innovación reconocible dentro de Europa».

Para acabar con la autocrítica: «La decisión que tomé ayer de realizar mi intervención con un traductor fue con la intención de que el mensaje a transmitir llegase de la manera más clara posible, pero visto con distancia me he dado cuenta que no fue la más adecuada. Y aunque soy consciente de que eso en ningún momento restó puntos a la candidatura, debo pedir disculpas por esta decisión y así poder continuar trabajando para atraer inversiones a la ciudad y desarrollando políticas e iniciativas innovadoras, en las que creo profundamente. Solo ellas son las que deben tener todo el foco y centro de atención».

Huelga decir que ni Galiana va a dimitir ni le han pedido la dimisión en casa. Aunque el grupo político no acaba de entender la ocurrencia. Pero sí que ha llevado a un punto de reflexión: el exceso de atribuciones que tiene el edil. Cuando heredó de Pere Fuset la portavocía y Cultura Festiva, no se quitó ningún lastre (Comercio, Innovación, Control Administrativo y Relación con los Medios). Y al final, la saturación estalló a través de una ocurrencia desafortunada.

En público, como no puede ser de otra forma, Galiana ha encontrado apoyo. Así, Sergi Campillo fue abordado tras la rueda de prensa de la Junta de Gobierno y reiteró la primera parte del mensaje: «pido que la polémica no se coma el fondo del asunto: que València ha logrado ser una de las seis ciudades finalistas para la capitalidad europea de la Innovación». Campillo, eso sí, pasó la responsabilidad de la explicación a su compañero de partido: «es él quien tiene que dar explicaciones» pero a la vez reconocía que «nadie se esperaba este impacto ni que adquiriera tales dimensiones. No es un plato de gusto para nadie». Para después lanzar otra flor a su compañero: «Gracias a su trabajo y al de su equipo hemos conseguido ser finalistas en la capitalidad, que volveremos a intentar».

Ahora la duda es qué pasará con la candidatura a la capitalidad en el futuro. Cuando un suceso así trasciende el ámbito local, llega a todas partes, incluyendo la Comisión Europea. Si el revuelo pasa rápido o si toman nota para el futuro es algo que nadie sabe en estos momentos.

Cinco años después, el Grupo Municipal Popular le ha cobrado a Compromís el «caloret» de enero de 2015. La intervención de Galiana ante la Comisión Europea para defender la candidatura de la ciudad como capital de la Innovación con un discurso simulado ha permitido al principal partido de la oposición emplear argumentos semejantes a los pronunciados después de aquella Crida en la que Rita Barberá se dirigió al público en un valenciano «sui generis».

No se cortó la portavoz María José Català en calificar la intervención impostada de «bochorno nacional e internacional», en alusión a la repercusión del episodio, que aún durante la jornada de ayer entró en el turno de reacciones. Catalá no se anduvo por las ramas y solicitó al alcalde la dimisión del concejal «porque no puede permitir que la imagen de la ciudad quede en mal lugar, aunque en cinco años con gobiernos de Compromís no he visto dimitir a nadie».

Esta particular catarata de críticas es directamente proporcional a la de aquella Crida. En aquel momento, a apenas unos meses de la campaña por las elecciones municipales, y con un Partido Popular ya desgastado, la desafortunada alocución de Rita Barberá fue un argumento del que Compromís (y el resto de los partidos de la oposición) extrajo todo el jugo posible para desgastar la imagen de la entonces alcaldesa.

Ciudadanos endureció el discurso en otro aspecto, que el revuelo había disminuido el trabajo realizado. «Se han echado a perder muchas horas de trabajo» dijo el portavoz Fernando Giner. «No me gustaría que València fuese recordada por lo de ayer. Me parece una falta de respeto lo que hizo Galiana y me gustaría que pidiese perdón. Lo sucedido se ha de investigar, y se han de exigir responsabilidades». Y apeló a la necesidad de trilingüismo: «hay que recordarle a Compromís y a los nacionalistas la necesidad de que nuestros hijos aprendan valenciano y castellano, pero también inglés. Queremos saber qué ha pasado exactamente, porque lo sucedido es un bochorno». Desde Les Corts Valencianes, Toni Cantó (actor, como Galiana) rebautizó a su dos veces colega como «Monchito» en alusión al conocido muñeco. «Si José Luis Moreno le ve, le ficha».