Los usuarios habituales del túnel de las Grandes VÍas de València ya notan un sustancial cambio en el acceso al mismo: el cambio en el pavimento de la escalera de bajada al mismo. Uno de los aspectos que, durante décadas, había caracterizado al paso subterráneo era la peligrosidad de su escalera, realizado con piedra que, con el paso de los años, había ido pulimentándose a consecuencia de su uso y que, unido a la irregularidad de sus bloques, convertían sus peldaños en un verdadero peligro, especialmente en los días de lluvia. Meses atrás se aprobó la contrata para acometer esta reforma urbana.

En la boca recayente plaza de España ha empezado la segunda fase. Èduardo Ripoll

Inaugurado, tras no pocos problemas en su construcción, en 1962, el paso de peatones al otro lado de la ciudad pasó a hacerse de forma subterránea, en lugar de hacerlo con una pasarela elevada sobre las vías del tren. Durante años fue sinónimo de inseguridad por la proliferación de atracos a transeúntes. En los últimos años se produjo el cierre del paso norte, quedando una única vía que fue, por primera vez, remodelada en 2018. Unos paneles de cristal lo separaron de los carriles automovilísticos lo que, unido a la mejor de la iluminación, la instalación de ascensores y cámaras y la convergencia de la estación de metro han pasado a convertirlo en una zona de tránsito más segura. Sin embargo, quedaba la asignatura pendiente de las viejas escaleras.

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Las obras se han realizado directamente encima de los antiguos peldaños, por lo que el granito se superpone. También se ha reinstalado el canal para que los ciclistas acomoden la rueda de sus máquinas.

La obra está completa en el acceso de la calle Cuba y ahora ha empezado la segunda fase: la boca de la plaza de España, que era menos urgente porque gran parte de los viandantes opta por salir por la boca del metro.