«Aunque parezca increíble la declaración de Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Lonja en 1996 no consiguió que se elaborase de inmediato por parte de la Administración una pequeña guía orientadora que pudiese ilustrar tanto a los turistas que nos visitan como a los valencianos de la capital de las particularidades y riquezas que encierra». Esta es la reflexión que realiza en un artículo de próxima publicación en Archivo de Arte Valencia (Real Academia de San Carlos) el académico y exdecano del Colegio Territorial de Arquitectos València, Francisco Taberner, al hilo de la aparición este año de la guía monográfica La Lonja de los mercaderes del catedrático e historiador del arte Salvador Aldana. Una guía que pone fin a dicha «orfandad bibliográfica», que no sufren otras joyas del patrimonio monumental como la Alhambra o la propia catedral de València.

Taberner destaca el «escaso interés de las autoridades culturales por el patrimonio arquitectónico de la ciudad». «Ni siquiera han conseguido elaborar un completo inventario de los edificios que tanto desde la legislación del patrimonio cultural, como de la urbanística merecen algún tipo de protección». Todo lo contrario, añade, de lo que ocurre en la vecina Francia donde, a través de Editions de patrimonie. Centre des monuments Nationaux, entre otras publicaciones, se realiza una constante labor de divulgación.

La primera edición de la guía de Salvador Aldana, autofinanciada por el propio autor, fallecido el pasado 4 de octubre, salía a la calle en febrero de 2020, poco antes del paréntesis que supuso el confinamiento obligado por la pandemia del coronavirus.

La publicación, impresa en papel ecológico es austera, funcional y de fácil manejo. Sus setenta nueve páginas, incluyen 25 imágenes y dibujos del propio Aldana que introducen al interesado en el complejo mundo del edifico, explica Taberner. «Dada la trayectoria profesional del autor, cabe señalar que no nos encontramos ante un texto ocasional sino ante una magnifica síntesis de prolijas investigaciones que, tras un proceso de decantación, configuran una visión personal del edificio y de su historia, poco frecuente en las guías al uso». Taberner ha encontrado algunos precedentes de guías de la Lonja como la Almela y Vives de 1935 y curiosidades como el esbozo de guía presentado por un aspirante a conserje del monumento.

La guía de Aldana, apunta el académico, es «un magnifico ejemplo que esperamos que fructifique y pueda servir de pauta para explicar a los interesados los principales monumentos de nuestra ciudad». El ayuntamiento ha editado lujosos textos voluminosos y de alto precio que se usan como regalo institucional. Sin embargo, no existe una guía para orientar a los miles de turistas que recibe la Lonja, el monumento más visitado de la ciudad junto con la Catedral.

Francisco Taberner detalla en su artículos los estudios y trabajos de los que ha sido objeto el llamado templo de los mercaderes valenciano y joya del gótico civil. Aunque las estampas y grabados como el de Laborde hicieron famosa a la Lonja de València el estudio pormenorizado de su historia no se produjo hasta 1847, año en que el erudito José María Zacarés publicó su trabajo «La Lonja de la Seda» en entregas en el semanario cultural «El Fenix».

Ya en el siglo XX, seguramente atraído por el impacto que sin duda produjo la instalación del alfarje de la antigua casa de la ciudad en el salón del consulado, vieron la luz diversos estudios sobre la Lonja como el del arquitecto Luis Ferreres Soler o el citado del escritor y erudito valenciano Francisco Almela y Vives dentro de la colección de monografías de «Valencia Atracción. Arte y Turismo de la Sociedad valenciana de Fomento del turismo».

La guía de Aldana es fruto de años de estudio del monumento que se han plasmado en obras como «la Llotja» editada en dos volúmenes por el Consorci d´ editors valencians, en 1988. La simbología, el programa iconográfico y las gárgolas de la Lonja, así como sus usos han sido también objeto de estudio por parte de Aldana.

Ya en el siglo XXI han seguido apareciendo aportaciones de indudable interés como el catálogo que Arturo Zaragozá y Mercedes Gómez-Ferrer y los trabajos de la postrera restauración llevada a cabo por los arquitectos Manuel Ramírez Blanco y Javier Benlloch entre 2003 y 2008.

Las gárgolas y figuras de piedra que decoran las fachadas de la Lonja son uno de sus grandes atractivos. Arriba, un mono encadenado que representa el vicio en la fachada del Consulado. Abajo, el rey David en el tímpano de la puerta Este.

Gárgolas fantásticas y simbología oculta

La guía del catedrático de Historia del Arte Salvador Aldana La Lonja de Mercaderes ofrece respuestas a las cuestiones que pueden surgir en una visita a la Lonja, uno de los edificios emblema de la ciudad, concebido como «templo» del comercio en el siglo XV. Un edificio tan bello como útil.

La Lonja «es un perfecto esquema cúbico» con un juego de proporciones de gran interés que no escapa a las viejas y conocidas teorías medievales sobre numerología sagrada. Aldana describe y ubica una a una las gárgolas de la Lonja, una de las más famosas la de un hombre defecando (que simboliza la necedad). Un elenco de figuras fantásticas entre las que se incluyen arpías, centauros, mantícoras, leones, sansones, reyes, hombres desnudos volando en escobas y mujeres con los pechos desnudos, monos, más o menos accesibles al a vista, que simbolizan el vicio y la maldad, frente a la virtud, representada en la virgen.

En la construcción de la Lonja intervinieron hasta siete «mestres pedrapiquers», además de Pere Compte. Fusters, ferrers y pintors, que decoraron la bóveda celeste (azul con estrellas doradas) original del Salón Columnario, engrosaron la nómina de la obra de la Lonja.