El Cementerio General de València tiene una serie de mausoleos «de interés» que están, además, señalados con unos pequeños paneles informativos. Ahí están los clásicos de Marqués de Sotelo, Manuel Granero, Constantí Llombart, Salvador Tuset, etcétera. El Museo del Silencio tiene también institucionalizadas varias rutas. Entre unas y otras se localizan los restos de Blasco Ibáñez, Joaquín Sorolla, Maximiliano Thous, Nino Bravo y un largo etcétera de personajes populares en la historia de la ciudad.

Y teniendo panteones dedicados a concejales, policías, bomberos y a diferentes cuerpos del Ejército, de lo que sí que carece el camposanto ciudadano es de otro elemento diferencial: un «Panteón de Valencianos Ilustres». Porque la historia de la ciudad es lo suficientemente densa como para concluir que han sido muchas las personas que la han protagonizado. Pero a nadie se le ha ocurrido, durante doscientos años, reunirlos en un espacio a imagen y semejanza del Panteón Nacional decimonónico de Madrid.

El pasado año podíamos descubrir el irregular recuerdo que pervive de los alcaldes de la ciudad. Desde grandes mausoleos a nichos de los que no queda ni el nombre. Homenajes y olvidos que sorprenderían a cualquier observador.

Pero existe otra clase media de celebridades que permanece oculta en la paz del recinto. Y que, después de haber gozado de relevancia en vida, ahora pasan desapercibidos o sorprendentemente desapercibidos.

Ninguno de ellos está señalado con trazo grueso. Pero están ahí. Y no sólo eso: forman parte de nuestra realidad cotidiana. ¿Por qué? Porque hubo un tiempo en que la ciudad se acordó de ellos y ellas y les dedicó una calle o una plaza. Y así, son nombres que «nos suenan».

Hagamos una selección, porque serían cientos los que podríamos elegir. Pero ésta, por ejemplo, es una muestra de ello. Son, sobre todo, nichos y panteones discretos, de escasa publicidad y notoriedad.

Lo hacemos con un recorrido circular. Entramos por la puerta principal y, pasada la iglesia, encontramos la sugerente Sección Segunda. En nichos, por ejemplo, encontramos uno reformado, pero que desentona menos que otros de nueva traza sobre un paisaje de románticas lápidas marrones. «Excmo. Sr. D. José Cristóbal Sorní. Ministro de Ultramar en la República Española de 1873». Fallecido en 1888, fue trasladado a València en 1935.

Luis Lamarca, deterioro por el tiempo

En aceptable estado de conservación, aunque se supone que ha perdido la cubierta de cristal, es fácil de leer la lápida original de Teodoro Llorente Olivares, fallecido en 1911. Por contra, más deteriorado, pagando el paso de 170 años, la discreta lápida del filólogo y político Luis Lamarca, que empieza a pagar el paso de los años y la intemperie.

Entre los panteones, hay uno, discreto, donde el «Janini» delata la ubicación del Ingeniero Rafael Janini, considerado como uno de los primeros grandes ecologistas cien años atrás.

Pasamos a la Sección Segunda Izquierda, donde se descubre en seguida al doctor Peset Aleixandre, quien reposa tras su fusilamiento en 1941. Con el paso de las décadas le fueron acompañando su viuda y sus hijos. El único reproche, en todo caso, la lápida negra, un «pegote» en el paisaje de las sepulturas decimonónicas de esa zona. Más discreta, siendo moderna, la del espacio al que se incorporó, en 1966, al artista fallero Modesto González. Cerquita, con una lápida negra, el «Diputado a Cortes Constituyentes de 1869», el doctor Carlos Cervera.

Cerquita es muy reconocible el nicho del ilustre pediatra Ramón Gómez Ferrer, que encontramos cuidado con flores de plástico en buen estado. Es una lápida bastante cercana a la de Rita Barberá, (también desafortunada por su negro mármol negro). La del doctor es blanca, original de Francisco Paredes, el mismo que esculpió su estatua del Parterre, con un busto que recuerda mucho a la estatua que tiene en ese jardín, y el lema «la memoria y el ejemplo sublimes que dejó serán norma de la vida de su esposa e hijos». No muy lejos, en un discreto nicho negro, compartido, encontramos al médico Nicasio Benlloch.

Cuatro grandes en el pórtico

La Sección Tercera Izquierda es una de las secciones más bellas seguramente del Cementerio General: su pórtico, que rodea los cuatro grandes bloques de panteones. Los soportales acogen nichos sencillos y si le damos una vuelta completa, vamos encontrando sucesivamente personajes conocidos. En una lápida negra, un ángel parece estar besando un cuerpo presente, el del Pintor Salvador Abril. Faltan cuatro año para el centenario de su muere. Siguiendo el muro encontramos el «Artista Pintor» Manuel Benedito, el «Pintor Benedito», un enterramiento fuera de época de este pórtico, puesto que fue en 1963, a los 88 años. Después viene la del Organista Plasencia. «Juan Bautista Plasencia. Organista y Compositor». Falleció en Tortosa a los 34 años. El día 13 de septiembre de 1896 fueron trasladados sus restos a València. Por suscripción popular, el 4 de julio de 1933 el Exmo. Ayuntamiento le cedió a perpetuidad este nicho». Doblando 90 grados, en el último lateral encontramos, en un nicho alto, a José Arévalo Baca «Catedrático de esta Universidad». El naturalista que da nombre a una calle en el barrio de la Exposición. Y en un nicho acristalado, con su esposa y su hija, y sin referencia alguna a sus honores de diputado, gobernador y abogado, reposa Cirilo Amorós.

Ingenieros Dicenta y Pichó

En el centro, cuatro parcelas de panteones. Junto a algunos recogidos en el catálogo, como el de Salvador Tuset o Manuel Granero, hay otros que pasan más desapercibidos. En la cuadrícula 1, en la esquina junto a la plaza central, «Escalante y los suyos» recuerda donde yace el conocido dramaturgo y sainetero. Justo en diagonal está la cuadrícula 4 y también haciendo esquina, el panteón de «Llorens» señala al «Actor Llorens», Manuel, del que hace apenas unos días de ha conmemorado el 110 aniversario de su muerte. En esa misma sección 4, justo detrás del panteón del ejército, una lápida con los apellidos Dicenta Carles nos señala la ubicación del Ingeniero Dicenta, Y muy cerca, en el panteón de la Familia Báguena, descansa el Ingeniero Vicente Pichó, Báguena de segundo apellido. Enfrente, en la sección 3, un busto sobre una columna señala el mausoleo del Maestro Valls.

Ahora nos vamos a la pequeña sección 4, el Cementerio Civil, dos sepulturas antes de la lápida del alcalde republicano Marco Miranda, es muy fácil descubrir la no menos espectacular de la «Familia Azzati», con Félix, el «Periodista Azzati», en su interior.

Si giramos a la derecha nos vamos a sepulturas bastante más recientes en los sectores Séptima y Quinta Izquierda. En la primera de ellas está el espectacular nicho del artista Carlos Cortina, uno de los primeros grandes artistas falleros, incluyendo un retrato en altorrelieve con sus gafas y sombrero característicos. Tío de los Hermanos Fontelles, dos referentes en el oficio de artista fallero, comparte el nicho con los padres de ambos, Antonio Fontelles y María Alegre.

En la Quinta Izquierda, el «Hijo Predilecto de Quart de Poblet», Jesús Morante y Borrás, escritor fallecido en 1971 que da nombre a la calle principal de La Punta. Y cerca, la sepultura de Pere Borrego, homenajeado con plaza por su condición de fallero: ese pequeñísimo cruce donde se plantaba antiguamente la comisión que presidió durante décadas, Na Jordana. Está a apenas cinco nichos de distancia del poeta Xavier Casp, que ahora tiene una calle mirando al puerto de València.

Llegamos a las Secciones Undécima y Duodécima. Aquí han desaparecido los mausoleos y son todo nichos. Sus ocupantes nos abandonaron hace, aproximadamente, medio siglo. Sencillos o dobles, destaca la falta de notoriedad de sus ocupantes. Pocas, pocas veces se destacará algo de sus dilatadas biografías. Aunque en la duodécima, por ejemplo, sí que está el Cronista Carreres, Salvador Carreres Zacarés, junto con otros familiares. A él sí se le incluye el latiguillo «Cronista Oficial de València». Lo mismo que la denominación de «Magistrado» que acompaña al nicho alto de José María Haro.

Cora Raga y el Síndico Mocholí

El discreto José Jarque Cualladó de la lápida no referencia que estamos hablando del músico del mismo nombre. En la undécima están el periodista Ángel Villena o el Miniaturista Meseguer, José Meseguer, éste con su nombre ya un poco deteriorado por el paso de los 63 años que ya han pasado desde su óbito.

Tan sólo dos fotos acompañan el recuerdo en estos sectores. Super discreto el nicho compartido, en el que la acompaña un conciso «Cora Raga» a los restos de la soprano. Lo mismo que el Síndico Mocholí, José Mocholí Miranda, presidente del Tribunal de les Aigües y persona muy querida en la huerta de La Torre y la Creu Coberta.

Manuel Simó y sus hijos

Giramos para iniciar el regreso y encontramos en el sector noveno, que es una sección muy pequeña, al lado del escalofriante Sector Neutro (el que está llena de tumbas de bebés), tres nichos superpuestos y unidos por una misma lápida recuerda donde fueron enterrados Manuel Simó, el de la calle de Patraix, y sus hijos, tras ser fusilados nada más empezar la guerra.

Al lado, la Séptima Derecha, la del jardín con el recuerdo a los represaliados y las fosas comunes. En la misma hilera donde reposa Nino Bravo está la tumba del Doctor Gil y Morte, don Adolfo. La lápida está adornada por una figura afligida. Hay un par de estelas pequeñas apoyadas y un búcaro de cristal con flores ya amarilleadas recordando al médico fallecido hace casi 90 años.

Demetrio Ribes, en familia

En la Quinta Derecha, sin más galones que la palabra «Arquitecto» en un mármol negro, Demetrio Ribes fue el primer enterramiento de cinco, el último de ellos esta misma década, de su esposa, hijo, nuera y nieta.

En los panteones, ya bastante más modernos de traza, casi de milagro encontramos, porque no tiene indicativos de nombres o apellidos, el panteón de Giorgeta, a donde fueron trasladados los restos de César Giorgeta, el próspero industrial que hizo un imperio fabril en la avenida que lleva su nombre.

La Tercera Derecha es una sección bastante grande. En la de nichos inquieta que, empieza a perderse el rastro del nicho de una eminencia médica, el doctor Pedro Chiarri (Por cierto, no muy lejos de allí, en la sección Segunda, hay un ex alcalde, el Marqués de Caro, con quien comparte ahora cruce de calles en el barrio del Carmen).

Las columnas de Peris y Cortina

Acabaremos en la sección Primera Derecha. Los panteones ahí están bien servidos, pero aquí, por poner un epílogo, nos quedamos con dos tumbas casi gemelas, casi ya en la puerta de salida. Ambas con columna y busto. Detrás, Peris y Valero. Delante, el Pintor Cortina. Claramente distinguibles casi a punto de salir por la puerta principal. Nos despedimos, en la puerta, mirando a la derecha el primer panteón de la hilera: el cronista de la ciudad Félix Pizcueta. Hemos dejado atrás muchos fragmentos, diseminados, de la historia de la ciudad. Para entenderla hay que ir recorriéndola a cachitos.