Una semana después de las torrenciales lluvias del primer gran temporal del otoño, el agua continúa arrastrando por cauces y barrancos cañas, basura y hasta electrodomésticos. Prueba de ello es el frigorífico, y no precisamente de pequeño tamaño, que ha quedado varado en la mota del Tancat de Milia, en el lago de l’Albufera. «El paquete de pipas que se le cae a uno en una terracita de Torrent, llega al barranco y en estos días a l’Albufera», según Javi Jiménez Romo, biólogo que trabaja en esta zona del humedal. 

Para Jiménez, los desechos que no se quedan encajados en las motas y cañaverales de l’Albufera acaban desembocando en al mar mezclados con el rizoma del carrizo. «Es un desastre», apunta Jiménez Romo, quien recuerda que cada lata y cada envase abandonado en el medio natural «es una falta de respeto a la naturaleza». 

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Los embarcaderos de l'Albufera desaparecen bajo las aguas crecidas del lago Germán Caballero/Fernando Bustamente

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Mario Giménez, delegado de SEO/BirdLife en la Comunitat Valenciana, incide en la importancia de conservar los humedales «algo que implica trabajar también en la cuenca y no solo en la lamina de agua». «Cauces y barrancos son espacios de gran valor como conectores ecológicos, ligados a importantes humedales, como l’Albufera. Y por ello es importante que estén en buen estado de conservación, que recuperen la vegetación riparia propia», señala. 

Para el colectivo ambientalista son una pieza fundamental por lo que hay que invertir en recuperarlos y ponerlos en valor. «Tradicionalmente se han considerado espacios inútiles y se han degradado, de ahí que se sigan usando como vertederos incontrolados», lamenta Mario Giménez.