«Ecuanimidad, mesura y sensatez en los actos y juicios». Es una de las definiciones de equilibrio. Y en el juego político, el equilibrio no suele ser lo habitual. Por eso, la iluminación de Navidad del ayuntamiento se presta a que cada uno la interprete con el mayor desequilibrio posible, sobre todo si el discurso construido le es favorable.

La Plaza del Ayuntamiento tiene una iluminación entre pobre y muy pobre. La habría tenido así el pasado año, en condiciones normales y la tiene ahora. No hay báculos, ya no se iluminan los árboles, la fachada del ayuntamiento tiene lo justito justito (lo de ahora es rácano; lo de antaño, obsceno) y el árbol, de color verde, por todo ello, no puede hacerlo todo. Y donde el análisis te dice que falta luz, querer compararlo con Vigos o Madrides es igual de improcedente. Sobre todo, porque un espectáculo, estilo Russafa en Fallas, es una imprudente tienta a la salud pública. Pero ni unos defendiendo lo hecho ni otros criticando lo no hecho se acercan a ese punto de equilibrio.

Concentración de gente

Ayer no se quiso publicitar la inauguración, pero sólo por el «efecto mirón» ya había más de doscientas personas. Que el problema no es que estuvieran en la plaza, donde caben, sino que al abrigo del protocolo, se acercaron a las vallas, obviando cualquier distancia saludable. Eso, con una iluminación ya cacareada como pobre, que lo es. Con concierto de villancicos, con una iluminación a lo grande, habría sido un peligro manifiesto.

Al gobierno municipal, y especialmente al alcalde, Joan Ribó, pareció habérsele agotado la paciencia con el tema. Y por eso, una vez las falleras mayores Consuelo Llobell y Carla García, le dieron a la palanca para encender las perillas, sacó a relucir la filosofía que impera en la iluminación de Navidad desde que llegaron al poder: «Hemos inaugurado las luces del centro de València. Pero València tiene once centros. Porque nosotros, siendo coherentes con una ciudad de barrios, damos luz a los barrios. Y lo hacemos por muchos motivos: porque tienen personalidad propia y porque también merecen ser resaltados».

Aseguran que es un veinte por ciento más de presupuesto del año pasado (en realidad es la misma: el aumento fue en 2019) pero, ya puestos, el alcalde recordó que «lo que invertimos es el doble de lo que encontramos en 2015 y que ha ido creciendo». Y que se concentraba no ya en la plaza, sino en la casa consistorial.

«No vamos a competir»

Iluminar a lo grande se ha convertido en una nueva moda en otras ciudades. A lo que se han sumado otras iniciativas. «No queremos y no vamos a competir con nadie. Ni con hacer Guinness con el nacimiento como Alicante, ni con Vigo. Iluminar es importante, pero es mucho más ayudar a los comercios en estos momentos delicados». Y ahí también apuntó: «La ayuda a los comercios que ha dedicado este equipo de gobierno desde 2015 se ha multiplicado por diez. De 280.000 euros a 2,8 millones». Para acabar recordando precisamente esa dualidad: «ayudar a los comercios es ayudar a todos los comercios.»

Comercios, aquello que toca la fibra del edil Carlos Galiana, que también se pudo serio en ese sentido afirmando que «este ayuntamiento ha puesto el comercio en el centro de sus políticas. Y ahora ya estamos planificando para la próxima semana, la campaña más importante como es la de navidad. Pero lo vamos a hacer como todos los años, cosa que no ocurría antes de que llegáramos. Y Mercavalencia también hará su propia campaña para incentivar el consumo».

¿Cómo mejorar ahora la iluminación? La edil de Recursos, Luisa Notario, admitió que se va a intentar llevar a cabo un esfuerzo, señal de que el resultado final no es todo lo deseable. «Hemos explorado las fórmulas que nos permite la ley para mejorar sobre algo ya licitado. Lo anunciaremos en breve». Y sobre la caja luminosa de los comerciantes, que no se autorizó a instalar, Ribó aseguró que «el problema no es la caja, sino el lugar en el que se quería poner, que era junto a un BIC como es la Lonja y no podía ser. Les hemos ofrecido esta plaza, o la calle de entrada al Mercado Central».

Las plazas donde hay árboles

Desde diciembre de 2015, tras el cambio de color político, la filosofía de la ambientación navideña ha cambiado sustancialmente. Antes, el gasto se iba a la fachada del consistorio. Desde entonces, las leds hicieron un camino «hacia afuera». La fachada palideció y lo que se encendieron fueron pequeños árboles en plazas de barrios. Sobre todo, en las que aún conservan sabor «de pueblo»: Campanar, Sant Valero, Patraix, Benimaclet, Cabanyal, San Marcelino, Orriols, Doctor Collado, Abastos, Benicalap y Malilla. A partir de ahí son las asociaciones ciudadanas las que pueden o deben aprovecharlos.