Lo que empezó como un incidente fortuito, una obra menor para las fiestas del pueblo, se convirtió en hallazgo y ahora en una realidad patrimonial: el refugio antiaéreo de Massarrojos, que definitivamente abrirá al público, con visitas guiadas y turnos para escolares a primeros de 2021.

Ayer recibió la visita del alcalde, Joan Ribó, quien aseguró que «la memoria histórica es fundamental para recordar que València fue una de las zonas de la España republicana que sufrió más bombardeos y los efectos que estos bombardeos tuvieron contra la ciudad y contra la población civil. Recordar es fundamental y, con este refugio, recordamos la barbarie de la guerra». El alcalde Carles Verdaguer recordaba que al acabar la Guerra Civil, hubo un mantenimiento del refugio «hasta el final de la Segunda Guerra Mundial pensando en una posible invasión aliada y, posteriormente, se utilizó como plantación de champiñones hasta que fue tapiado».

El refugio está excavado directamente en el subsuelo rocoso. Las obras empezaron el 21 de mayo de 1938 y finalizaron el 23 de marzo de 1939. Precisamente el hecho de haberse construido no con hormigón, sino directamente en el suelo, lo hace especial en la ciudad. Dispone de un pasillo alargado de 125 metros de largo, 2 metros de ancho y una profundidad media de 10 metros. Tiene dos accesos en la plaza del Soñador y en la calle Benet Bosch. Las paredes están lucidas de un color rojizo por el uso de arena y llevan adosado un banco corrido. Es el único refugio que se conserva en un pueblo de València ciudad y los habitantes corrían a introducirse en él cuando tañían las campanas de la iglesia.

Las obras de rehabilitación han tenido un coste de 205.625 euros. En paralelo a la rehabilitación del refugio, se han acometido obras de reurbanización en todo el entorno, con la intención de proteger esta zona de Massarrojos, que dispone de dos bienes de Relevancia Local, la Iglesia y el centro histórico del pueblo.