Innecesario. Absolutamente innecesario por mucha buena voluntad que se le quiera rebuscar. Pero en un día con contagios disparados y con cifra terrorífica de fallecidos, y el día con el presidente de la Generalitat anunciando una nueva batería de restricciones, la Cabalgata de Reyes, la recepción a los Reyes, el paseo de los Reyes o como quiera llamársele, fue innecesario e imprudente. Y prueba de ello es la tormenta política que ha generado, a la que se han sumado todos los colores, incluyendo los propios correligionarios del gobierno municipal que lo ideó y autorizó.

Lo más chirriante a ojos y oídos inquietos es ver a más de mil quinientas personas apelotonadas junto a las vallas que perimetraban la plaza del ayuntamiento para ver la llegada de los Magos. Para verlos de refilón, allá arriba de autobuses descubiertos, no era necesario poner en bandeja la transmisión de aerosoles. Después de semanas de repetir machaconamente los altos riesgos de las reuniones, los contactos, los allegados y los no allegados. Hay una delgada línea que separa la prudencia de la mojigatería. Del no hacer nada al derecho a vivir. Pero no fue el caso de ayer. Ayer, el ayuntamiento se pasó de frenada.

Y generará polémica en el equipo de gobierno. Ayer, la vicealcaldesa Sandra Gómez aseguraba que «tras la comparecencia del President le he dicho a Carlos Galiana que lo más prudente era anular todo el «sarao». Que era insostenible». También el edil de Policía Aarón Cano le había solicitado que el acto fuera lo más prudente posible.

30

Aglomeraciones en la plaza del Ayuntamiento de València para ver a los Reyes Magos Levante-EMV

Una invitación en forma de valla

¿Qué pasó? La historia es muy sencilla: si mediada la tarde del 5 de enero se corta la plaza junto a la casa consistorial, está claro que van a venir los Reyes. Y aquellos que transitaban por la plaza hicieron lo que no debían pero se les ponía en bandeja: aglomerarse. Y así estuvieron esperando a que llegaran los autobuses. Que el problema seguramente no fue tanto que transitaran por las calles, como que llegaran a la plaza. Al particular infiernillo. Pero además, lo que el día previo había sido prudencia, no decir la hora de llegada, ayer se anunció a bombo, platillo y facebook. Siete de la tarde, para que no hubiera duda.

SIGUE LA INFORMACIÓN DE LA CIUDAD EN LA PÁGINA DE FACEBOOK LEVANTE-EMV VALENCIA PINCHANDO ESTE ENLACE

Mil quinientas personas aproximadamente acabarían por darse cita. No había más que contar las vallas (poco más de 50), multiplicarlo por la gente que había a la altura de cada valla (hasta seis filas en algunas de ellas) y sumar los fluctuantes. Mil quinientos prudentemente medidas. Que todos ellos, los asistentes, también son para hacérselo mirar. Sin encomendarse a nada se sumaron a la gran fiesta del apretujón. Un "rave" de la sinrazón y de la falta de autoestima. Malos aires y miasmas tuvieron vía libre para aterrizar en cualquier cuerpo, fuera de adulto o infante.

Llegaron los autobuses a la altura de donde se planta la falla y, claro, la gente se arremolinó. Gritos, fotos, selfis. Megafonía con la banda sonora de la cabalgata, el pegadizo «Ja estan açí», saludos desde lo alto y alborozo general. Uno a uno desembarcaron frente a la fachada municipal. Que siendo autobús, el público no es que se viera gran cosa. Pero habían visto a los Reyes.

Y cien más, a la salida

Lo menos malo es que la gente se conformó y escamparon tras la marcha de los buses. Casi todos. Media hora después, los Reyes bajaron el primer tramo de la escalera principal antes de girar hacia el aparcamiento. Y más de cien perseverantes (también en la imprudencia) los vieron y los filmaron.

Nada habría costado llevar a Sus Majestades en coches particulares, vestirlos y que la magia del «streaming» hiciera todo lo demás. Para doscientos o trescientos niños que vieron, sin la cercanía de una cabalgata normal, a Melchor, Gaspar y Baltasar, no valía la pena la falta de predicación con el ejemplo.