El afán por celebrar la llegada de los Reyes Magos se escenificó durante dos meses, en los que no faltaron los desencuentros entre socios del gobierno municipal. Todo empezó cuando Carlos Galiana presentó ante la secretaria autonómica de Sanitat, Isaura Navarro, un proyecto de cabalgata cerrada, con palcos al estilo Batalla de Flores. Una idea que ya surgía cuando otras ciudades estaban anunciando la no celebración de este evento, y que ya recibió críticas de Sandra Gómez. Coincidían en el tiempo con lo que Galiana consideraba «fijación» de la consellera Ana Barceló con las Fallas y la vicealcaldesa despachó ambos temas asegurando que «si se aplazan fiestas es por salud y hay que decirlo» en alusión a la Cabalgata y «no hacen falta declaraciones a lo Ayuso» en relación a las quejas.

Después surgió la idea de la cabalgata estática, con los reyes instalados en una especie de campamento,siendo los niños los que desfilarían. Otra idea que fue desbaratada con el paso del tiempo. El evento estaba llamado a quedar reducido a su mínima expresión, la recepción municipal, pero Galiana decidió incorporar como último recurso los ya célebres autobuses.

Y finalmente, la Cabalgata se convirtió en un acto corto en el tiempo, denso en sus consecuencias, y en el que se invirtieron algo más de 34.000 euros de unas arcas municipales que, en materia de fiestas, han movido muy poco dinero para lo que es un ejercicio corriente, ante la imposibilidad de celebrar más fiestas.

Los autobuses turísticos, su tuneado y el traslado desde las cocheras hasta la plaza, pasando por algunas calles de la ciudad (los vehículos se dividieron al llegar a València) costó, junto con los equipos de sonido y luz, un total de 17.908 euros, adjudicados por contrato enor a Produccions Metronom, mientras que la contratación de actores y figurantes, junto con el atrezzo, fueron a parar a La Fam Teatre (los mismos que en los cuatro años anteriores) por 17.545 euros. Atrás quedaron los concursos de licitación de las primeras versiones que nunca llegaron a materializarse.