No está de más recordar a las entidades gubernamentales valencianas (Ayuntamiento, Generalitat y Diputación) el origen del Monasterio de San Vicente Mártir de la Roqueta, ahora que se está acabando de perfilar la cesión del espacio ocupacional del mismo y cuya decisión final está en sus manos. Conviene, pues, refrescar la memoria de lo que este lugar ha significado y representa para que el uso o destino final esté acorde con el símbolo emblemático que es y debe seguir siendo para los valencianos.

Resulta también muy pertinente recordar la historia, puesto que, según lo publicado en prensa el pasado año, el Arzobispado y el Consistorio estaban consensuando trasladar la festividad del patrón de la ciudad de Valencia a un domingo próximo al día 22 de enero. Decisión que, de producirse, hacemos constar que nos oponemos junto con las 40 asociaciones que nos respaldan.

Raíces históricas:

Tras el martirio y muerte de San Vicente, el 22 de enero del año 304, a manos del cruel gobernador romano Daciano, pocos años después, en el 313 con el edicto de Milán, cesaron las persecuciones masivas a los cristianos. A partir de entonces se dio sepultura al santo en un pequeño mausoleo junto a la Vía Augusta (hoy calle de San Vicente Mártir), extramuros de la Valentia romana, sobre el que posteriormente se construyó la Basílica Sepulcral, en la Roqueta, ésta fue la ecclesia Mater Valentia, la primera catedral valenciana. Esta basílica debió de ser coetánea a la de San Juan de Letrán (iglesia Madre de todas las iglesias), en Roma, que fue bendecida en el año 324, por tanto, a mediados o finales del mismo siglo se edificó la nuestra vicentina, constatada en el siglo IV y meta de peregrinaciones europeas. Actualmente acoge a la parroquia de Cristo Rey.

En cuanto al origen del primer monasterio o convento anexo a la Basílica Sepulcral de San Vicente Mártir, éste fue creado para albergar un priorato de monjes que atendieran el cuidado y culto de la iglesia y sepulcro del santo. No obstante, habiendo soportado los avatares de 1.717 años hasta hoy, las sucesivas destrucciones y reconstrucciones o modificaciones, han borrado la primitiva factura del mismo, lo cual puede haber restado antigüedad a sus muros, pero no a su historia y espíritu para lo que fue concebido.

El monasterio se edificó anexo a la basílica en el siglo V, siendo el segundo de la península ibérica y tercer establecimiento monástico de Hispania. A saber: el primer cenobio hispano sería el de la isla de Cabrera (Baleares) que ya existía en el año 398 d. C. El segundo sería el que fundó Paulo Orosio en el 418-419, en la costa del Mar Menor, más próxima al cabo de Palos, con el modelo de laura, que consistía en el agrupamiento de varios ermitaños bajo la dirección de un abad. Y el tercero el Monasterio de la Roqueta, regido por el modelo de San Agustín de Hipona, por la gran relación e influjo con este santo, que le dedicó 6 de sus sermones entre los años 410-419. El primer abad del monasterio, de nombre conocido, fue Justiniano (luego obispo de Valentia entre el 527 y 548 aprox.), gran devoto del santo a quien dejó todos sus bienes para el culto de la iglesia, como se constata en el epitafio de su tumba.

Ya quisieran muchas ciudades de España y Europa tener para sí el honor que tiene Valencia de haber entregado su vida San Vicente Mártir en nuestra ciudad y su repercusión mundial, lo que hace inconcebible que se desee hurtar/ocultar la fecha de su muerte. Por ello, instamos al ayuntamiento y hacemos pública nuestra exigencia en el contexto del honor y dignidad (en nombre de muchos valencianos) para que el uso que se dé al monasterio sea acorde a la historia de gran valor y respeto que merece este lugar. En consecuencia, esperamos que el Ayuntamiento de Valencia, que es de todos, esté a la altura de las circunstancias y tenga una especial sensibilidad, porque tiene entre sus manos una joya emblemática histórica que debemos conservar para las generaciones futuras con un uso digno.

Confío en la nueva junta directiva de nuestra asociación, en la que continuaré aportando lo que mi avanzada edad me permita, pero era necesaria la renovación con personas jóvenes, savia nueva que con fuerza renovada, rescaten del olvido el Camino de San Vicente Mártir desde Huesca a Valencia. Sirva esto, por mi parte, como despedida y agradecimiento a todos los que nos han apoyado.