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Análisis

La cuestionada supervivencia política de Giuseppe Grezzi

Pese a contar sus acciones por polémicas y no tener complicidades dentro del equipo de Gobierno, el concejal de Movilidad sigue contando con el apoyo "público" de Joan Ribó

Giuseppe Grezzi y Joan Ribó, en una imagen reciente. levante-emv

Modificaciones del tráfico con trágicas consecuencias, carriles bici que asustan a los vecinos y cuestionan los especialistas, un robo de cuatro millones de euros en la Empresa Municipal de Transportes (EMT) y hasta un incendio en las cocheras de San Isidro que calcinó una veintena de vehículos. Todos estos titulares conducen a una misma persona, el concejal de Movilidad del Ayuntamiento de València, Giuseppe Grezzi, al que se le ha pedido la dimisión en no pocas ocasiones por ser responsable directo o indirecto de estas situaciones y, para sorpresa general, sigue anclado al equipo de gobierno con el apoyo reiterado del alcalde, Joan Ribó.

Para entender esta situación hay que contextualizar la llegada de Grezzi (Nápoles, 1973) a la política municipal. Lo hizo en 2011 como asesor del grupo municipal de Compromís, formación que se había creado apenas un año antes con el Bloc Nacionalista Valencià, Iniciativa del Poble Valencià y Verds Equo del País Valencià, partido este último de corte ecologista del que Grezzi era cara visible. Y en 2015 salió elegido como concejal y pasó a formar parte del equipo de Gobierno de Joan Ribó, liderando la delegación de Movilidad y con el encargo de transformar la ciudad en un espacio más sostenible.

En estos cinco años, sin embargo, su figura ha sido más controvertida que amable. Ha estado en el centro de todas las polémicas (accidentes en la Avenida del Oeste tras los cambios de dirección, supresión del aparcamiento nocturno en el carril bus, carriles bici que dejan avenidas con un solo carril, revisiones del tráfico a base de maceteros etc.), e incluso aquellas que no han sido directamente culpa suya (robo de 4 millones en la EMT y un incendio en las cocheras que calcinó una veintena de autobuses) han acabado golpeándole por la forma de abordar la situación.

Tanto es así que en la actualidad goza de pocas simpatías o apoyos dentro y fuera del equipo de Gobierno. Ni los representantes del Bloc, del que son parte visible Pere Fuset o Carlos Galiana; ni tampoco los de Iniciativa, que representan Sergi Campillo y, de alguna manera, también el alcalde Joan Ribó, que oficialmente sería un independiente dentro de Compromís, mantienen su fe en él. En determinados momentos su actitud ha resultado irritante, aseguran los propios implicados. Creen que resta más que suma.

La pregunta, por tanto, es ¿por qué sigue en el cargo y no hay nadie, incluido el alcalde, que cuestione su trabajo de forma pública? Es más, ¿por qué no ha sido ya destituido si dentro de la formación es difícil encontrar quién lo sostenga?

Las razones son muchas y de muchos orígenes.

En la primera legislatura tuvo un protagonismo importante entre los votantes de Compromís por la transformación que está aplicando a la ciudad en asuntos como el fomento de la bicicleta o la ciudad sostenible, uno de los pilares de la acción política de la formación. De hecho, y esta es otra de las claves que juegan a su favor, lidera la cara verde de Compromís en el Ayuntamiento de València. De alguna manera es la cuota política «eco» que hay que salvaguardar.

Grezzi, además, juega fuerte sus bazas y cuando se vio acorralado por el robo de 4 millones en la EMT amenazó con pasarse al grupo de los No Adscritos y dejar las fuerzas progresistas y conservadoras en un complicado empate a 16 concejales, por no hablar de la información que manejaba sobre las contrataciones de la entidad, algunas de ellas difíciles de explicar políticamente.

Y hay un elemento más: el conservadurismo comunista que preside la acción de Gobierno de Joan Ribó en este terreno. El alcalde ya ha anunciado de todas las formas posibles que ésta será su última legislatura y a dos años y medio de su retirada de la primera línea política no quiere sobresaltos. Como tampoco quiere ser verdugo de nadie, más aún si se trata de alguien que lo ha acompañado desde el principio en un periplo municipal que le ha deparado más éxitos de los que podía imaginar. Hay quien opina, de hecho, que si fuera de los nuevos ya estaría fuera.

Ahora bien, ¿esta situación se mantendrá más allá de la legislatura? Está por ver. Desde luego, gran parte de los elementos que lo sujetan dentro de dos años no existirán. No estará Joan Ribó como candidato a la alcaldía, su popularidad sigue cayendo con cada acción que se publicita, parte de la prensa que lo apoyaba ha dejado de hacerlo y ya ni siquiera forma parte de VerdsEquo, la pata de Compromís de la que se desvinculó en diciembre de 2019.

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