La desgracia de ser un perro ‘peligroso’

Los animales de especies PPP se eternizan en la protectora de València por lo que se considera una legislación "que es racismo"

MOISÉS DOMÍNGUEZ. VALÈNCIA

«Es racismo. Porque es ir en contra de una raza sin darle oportunidad a defenderse o demostrar lo equivocado de la situación». En esta ocasión no en los seres humanos, sino en los peludos. La protectora Modepran lo denuncia: la gran mayoría de los perros abandonados y, lo que es peor, la mayor parte de los perros que permanecen recogidos sin conseguir un lugar donde emprender una nueva vida, pertenecen a las razas conocidas como PPP (Perros Potencialmente Peligrosos). Sus casos se acumulan en el recinto de Benimàmet. Balú, el que más, con sus nueve años, desde cachorro, viendo pasar de largo potenciales dueños. Pero está Tyson, un sordito que lleva cinco de sus seis años viviendo sin hogar. Otros han vivido peor que mal. Como Randy, que fue decomisado por la policía por el estado de maltrato en el que vivía, destinado a la cría para el combate, a pesar de lo cual es «buenísimo, dócil, cariñoso y súper agradecido»; o Rodrigo, rescatado de Malilla, una de las zonas donde se sabe que se practican las peleas ilegales y que fue encontrado con un palazo en la cabeza. «Buenísimo, dócil y cariñoso», es definición que expresan en la protectora. Porque su presidenta, Amparo Requena, recuerda que estos animales «no son peligrosos como raza. Se ha creado una alarma social hacia ésta o aquella raza, cuando realmente es un problema de crianza y educación individual. Un PPP puede ser también el mejor compañero. El catálogo no tiene razón de ser y es claramente perjudicial para aquellos perros que están, totalmente o por cruce de esas razas, en esa lista negra».

American staffordshire terrier., staffordshire bull terrier, perro de presa mallorquín, fila brasileño, perro de presa canario, bullmastiff, american pittbull terrier, rottweiler, bull terrier, dogo de Burdeos, mastín napolitano, tosa inu, akita inu, dogo argentino y doberman son las razas señaladas por la Generalitat. «Es una catalogación que se hizo sin respaldo veterinario, y que los convierte en perros que, por ese estigma, no se les deja ser perros. Hace falta licencia, tienen que llevar bozal, llevarlos atados... todo eso son causas de estrés y con circunstancias tan increíbles como las particularidades autonómicas. El perro que aquí puede ser normal, en otro lugar no». Y la consecuencia es que «se eternizan en la protectora», por no hablar de «los que acaban sacrificados en una perrera». Señala la paradoja de «decomisar un ejemplar que está perfectamente educado porque el dueño no sabía que necesitaba una licencia». Algunos vienen procedentes de peleas o entrenamientos «pero eso incluye también a los aterrorizados por el miedo». En definitiva, «que, como a las personas, no se puede catalogar si no es por su comportamiento individual y nunca como colectivo»

la pequeña historia de cada can. 1 Tyson lleva cinco de sus seis años en la protectora. Sufre sordera, pero entiende las señas. 2 y 3 Las dos caras de Moto, quien lleva dos de sus cuatro años esperando familia. Ora paseando, ora en la jaula. Lo definen como «activo y listo». 4 Davos, de once meses, PPP considerado en la protectora como «muy sociable». F

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