Los vuelos baratos y el boom crucerista convirtió València en un destino masivo. Junto al sol y playa estaba la postal futurista de la Ciutat de les Arts i les Ciències para contraponer con el barrio antiguo. La ciudad prepandémica palpaba el mejor bienestar mediterráneo. «València es la capital española de las artes y las ciencias. En esta moderna metrópoli están los mejores planetarios, oceanarios y museos contemporáneos de España. La elegante ciudad de València combina edificios medievales y arquitectura gótica con el mundo moderno», se lee en la web de la compañía irlandesa de ‘low cost’. Pasarán muchos meses para volver a ver turistas en las escaleras del Mercat Central con un bocadillo entre las manos atraídos por uno de los «12 Tesoros de España», el acuario donde se pueden contemplar tiburones y delfines, o el zoo de diez hectáreas con una gran variedad de animales procedentes de África. Suficientes tópicos típicos para pasajeros poscovid que salgan desde los aeropuertos de Bruselas, Eindhoven, Londres, Manchester, Charleroi, Kiev, Frankfurt, Colonia o Varsovia con destino al ocio de la nueva normalidad. La prioridad es la crisis sanitaria pero alguien debería estar en la reconversión de nuestras industria más preciada, porque será difícil contar con la complicidad de un sector muy castigado como es la hostelería. Por cierto, nadie ha explicado aún porque después de más de tres semanas de cierre de bares y restaurantes estamos en el mayor pico de muertos y contagios.
Consejo Turístico.
La cultura y la gastronomía son los motores para la recuperación del turismo. València, Barcelona, Madrid, Sevilla, Málaga, Palma, Bilbao, San Sebastián y Santiago de Compostela acordaron la semana pasada promover el Consejo Español de Contenidos Turísticos. Son las primeras nueve ciudades a las que se esperan se unan más con el objetivo de la cocreación de contenidos culturales turísticos. El primer encuentro convino unas primeras líneas de trabajo en los ámbitos de la música, las artes escénicas, las artes visuales, la gastronomía, el diseño, la moda o las localizaciones audiovisuales, según informa la prensa de Barcelona, la ciudad que lidera la nueva red de ciudades turísticas culturales. Está claro que el gobierno de Ada Colau es más proactivo en las cosas del comer que el de Joan Ribó, más tendente al populismo antiturístico. Supongo que al encuentro asistió alguien del equipo del concejal de Turismo Emiliano García Domene, que todavía no se ha metido en ningún charco, aunque algunos ‘rialtistas’ tardarán poco en salir a poner palos a las ruedas. Espero que se abstengan los que llevan haciendo el ridículo mucho tiempo, con el Palau de la Música como ejemplo totémico de sus ineficacias.
Sinergias.
Además ese recién nacido Consejo de Contenidos Turísticos cuenta con el apoyo de la Secretaría de Estados de Turismo y los ministerios de Cultura y Deporte y de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. O sea logística administrativa y se supone que también económica. Tengo mis dudas sobre la capacidad de generar sinergías entre los responsables institucionales del tema aquí. Desde el Conselll y la Diputación de València se ha trabajado bastante el sector de la restauración y los festivales musicales, pero falta implicar al sector cultural y ahí hemos tocado hierro, con la famosa apostilla «¿qué hay de lo mío?». Hemos sido capaces de generar talento culinario y musical, pero el resto de artes siguen dependiendo del arbitrio partidista de quién ocupa las administraciones públicas, y con el Botànic-Rialto más. Los escenarios públicos están ahora bajo la tiranía de un antiguo titiritero, sin ir demasiado lejos.
Capitalidad mundial.
La València poscovid depende del diseño en general, y del turístico en particular. También la economía. Por eso el factor del programa para el año que viene se antoja definitivo. Mañana conoceremos un aperitivo en la exposición «Valencia Pavilion. The Future is Design» del Madrid Design Festival, que presenta cinco áreas que circulan por la economía circular, la industria y artesanía contemporánea, el diseño y el arte, la tecnología o la economía transformadora para valorar el cambio que viene, al que no podemos dejar pasar.
