La reforma de la plaza Calabuig avanza sin guardar el piso de adoquín

La obra resucita una plaza degradada, pero entre los vecinos se lamenta perder el vestigio

MOISÉS DOMÍNGUEZ

VALÈNCIA

Las obras en determinados barrios de la ciudad sacan a la luz tesoros ocultos durante décadas. Fundamentalmente, y más allá de ruinas de infraestructuras, suelos de otra época y vías de tren o tranvía. La reurbanización de la Plaza de Calabuig, en el Canyamelar, ha recuperado el antiguo piso adoquinado. Sin embargo, ayer empezó a ser desmontado. Las labores de peatonalización y pacificación del espacio no va a tener en cuenta la preservación de esa antigua calzada, algo que ha generado división de opiniones entre los vecinos, que hubiesen preferido, aunque fuera en parte, mantener ese retazo de su historia, algo que, por ejemplo, sí que ha sucedido en la plaza del Ayuntamiento. Motivos técnicos sobre la cota en la que se encuentra están detrás de la decisión, que habría rematado el cambio sustancial que va a vivir ese entorno.

Plaza degradada

La plaza de Calabuig es un espacio que había ido quedando abandonado a su suerte, en mitad de la nada. Un pequeño cuadrado con parque rodeado por vehículos y con poca sensación de seguridad. Ahora se va a convertir en un espacio peatonal que conectará con la cercana Plaza del Rosario, el corazón del Canyamelar. La actuación es de bajo coste (47.187 euros) pero incluye la repavimentación y el cambio en la zona ajardinada, en la línea de la evidente mejora que han recibido calles de los Poblats Marítims, pues en los últimos cinco años se han reurbanizado y mejorado ambientalmente con 10,7 millones de inversión una veintena de calles, travesías y plazas. La última, la calle Lluis Despuig, en el Cabanyal.

Ahora es el turno del Canyamelar, aunque sin dejar la oportunidad a rescatar historia en forma de adoquín.

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