"Sin ser datos positivos, Valencia ha amortiguado sus datos mejor que otros competidores. Hemos insistido en ser un destino sostenible, saludable y seguro y eso nos ha dado más visibilidad. Debemos estar preparados para el momento de la reactivación de la demanda, preparados para recuperar la competitividad". Con estas palabras, el turismo de la ciudad prefiere pensar más en el futuro que en el presente. Pero también tocaba rendir cuentas de un año catastrófico, pero previsiblmente catastrófico a la vez.

La caída de las pernoctaciones ha caído a 1,7 millones, lo que supone un 68,3 por ciento menos respecto a 2019, cuando la ciudad llevaba una serie de crecimiento constante y había superado ya los 5,2 millones.

Con la particularidad, en todo caso, de que el descenso nacional ha sido mucho menos acusado: el 49,9 por ciento, en comparación al 77,2 del internacional. "Porque lógicamente hay un grave problema de movilidad". Así lo explicaban el concejal de Turismo Emiliano García y el presidente de VisitValencia, Antonio Bernabé.

Ese apego del turismo nacional se ha traducido en que, entre las competidoras, València es la que menos ha perdido: ese 68,3 por ciento es batante menos que el 78,4 de Benidorm, el 79,5 de Barcelona o el 85 por ciento de Palma.

Como notas positivas, noticias como el hecho de ser elegida como "Mejor Ciudad del Mundo para Vivir" o la de "Ciudad más Saludable" o entrar en el vigésimo puesto del City Brand Barometer.