Las primeras semanas de 2021 están sirviendo para hacer balance en diferentes entidades del sector servicios. Y la última en hacerlo ha sido Bioparc València, a quien los rigores de la pandemia ha dejado en una situación reconocida como muy complicada en lo económico. Después de años en los que los datos siempre eran positivos, el cierre forzoso ha sido una verdadera tragedia. «El cierre de las instalaciones ha supuesto la anulación total de los ingresos durante 97 días, con el problema añadido de mantener los gastos, pues internamente el parque mantenía su actividad normal derivada del compromiso con el bienestar animal y el óptimo mantenimiento de las instalaciones. Esto supone un coste diario de 22.000 euros. Estos meses coincidían no sólo con importantes momentos vacacionales como la Semana Santa, sino también con la mayor parte de las visitas escolares a su aula de naturaleza, aseguran en el parque.

Es por ello que ahora Rain Forest, la empresa que diseñó, construyó y gestiona Bioparc, reclama un «reequilibrio económico» al ayuntamiento, que «se formalizó el pasado mes de junio» y «todavía está pendiente de resolución». Alegan que su política se ha basado en la responsabilidad, consistente en mantener las condiciones adecuadas para los animales allí alojados, aunque hayan tenido que pasar por un ERTE y recurriendo a préstamos ICO.

«Como en la mayoría de sectores económicos, la reapertura se supedita a las importantes limitaciones y medidas de seguridad y salud. Además, han sido muy notables las consecuencias de la caída del turismo internacional y las restricciones a la movilidad. Los resultados son claros, una disminución del 60% de las visitas del parque: de las 637.000 en 2019 se ha pasado a 264.000 en 2020». Pero, a la vez, destacan «la entrega de todo el equipo humano que incorporó todas las medidas sanitarias a su trabajo diario y que permitió continuar con los máximos estándares de calidad en el mantenimiento de las instalaciones y en el bienestar animal».