València desarrollará un proyecto piloto de desarrollo de la Agenda Urbana Española que estará centrado en la innovación y en la investigación, y que podrá servir de ejemplo y experiencia transferible a otras ciudades para la elaboración de sus respectivos planes. Así lo explicaron ayer el ministro de Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, y el alcalde de València, Joan Ribó, tras firmar un protocolo de actuación destinado a la elaboración de los Planes de Acción Locales de la Agenda Urbana Española para esta ciudad.

El ministro aseguró que la Agenda Urbana Española es un instrumento necesario para crear ciudad y dar valor al entorno urbano, y destacó que este protocolo permite la colaboración y gobernanza entre el Ayuntamiento y el Ministerio para traducir en acciones concretas esa Agenda Urbana.

Toma de decisiones

Este protocolo permite dotar al municipio de un instrumento ágil y coordinado que facilite la toma de decisiones sobre políticas públicas desde una visión coherente y homogénea, a la vez que fomente la búsqueda de sinergias en su aplicación, dijo.

Asimismo, el ministro hizo alusión a la Estrategia Urbana València 2030, en la que la ciudad está trabajando, y defendió que esta debe afrontar los grandes retos actuales y abordar los problemas reales de la ciudad.

Por su parte, Ribó explicó que esta iniciativa aportará «referencias clave para perfilar el futuro de la ciudad, en diálogo permanente con el Ministerio e intercambiando aprendizajes con todas aquellas ciudades que se están sumando a la Agenda Urbana».

Ribó destacó que las ciudades son el ámbito en el que afrontar los grandes retos de este tiempo, como la transición ecológica, la sostenibilidad, la equidad social, la igualdad de género, la preservación de la salud o la prosperidad económica, unas «batallas que ganaremos o perderemos en las ciudades».

Según dijo, la Agenda Urbana plantea recuperar «la esencia» de una ciudad mediterránea como es València: una ciudad a escala humana, de proximidad, de barrios y pueblos; donde el espacio público es para las relaciones sociales y para fomentar la diversidad, la integración y la convivencia; una ciudad innovadora, sostenible, compartida y equitativa, que garantiza los derechos básicos de todos y todas.

Finalmente, Ribó propuso «repensar» qué ciudad se aspira a ser para el año 2030 «y más allá», algo que debe ser impulsado conjuntamente por las instituciones y las entidades económicas, sociales y académicas, un mensaje que entronca directamente con el diseño de la ciudad del futuro que se ha planteado, casi sin quererlo, en el polémico PAI de Benimaclet, actualmente en discusión.