¿Merece el General Elío una calle en València?
El sanguinario militar ejecutó a más de 100 adversarios políticos entre 1814 y 1820

¿Merece el General Elío una calle en València?
josé miguel vigara. valència
¿Merece el General Elío tener una calle en València? Esta pregunta se planteó ya hace 12 años a los lectores de Levante-EMV, en una encuesta digital, y el resultado por mayoría aplastante fue que no. El sondeo se realizó pocos días antes de que el Grupo Socialista plantease una moción en el pleno del Ayuntamiento de València, el pasado 25 de marzo de 2009, para sustituir el nombre de General Elío por Palau Reial. El PP rechazó este cambio de nomenclatura con su rodillo aplastante del momento.
El concejal socialista Juan Soto justificó entonces que era «inaceptable» que un personaje «con las manos manchadas de sangre de valencianos y con un odio visceral hacia nuestro pueblo» siguiera teniendo una calle «en nuestra ciudad». Ha pasado más de una década y el rótulo de la calle donde encontramos los Jardines de Viveros sigue intacto. Pese a que hoy gobiernan ya en la ciudad Compromís y PSOE, desde hace 6 años, y aunque hay dirigentes socialistas como Matías Alonso o el concejal Aarón Cano que han advertido del oscuro pasado del personaje. Por el momento, nadie proponer quitar del callejero al militar que dejó dicho por carta que los valencianos: «Son los más cobardes y canallas que hay en España». Ahora bien, para los historiadores, el General Elío es una figura de sobra conocida. En 2008, las investigadoras Encarna y Carmen García Monerris escribieron « La Nación secuestrada», obra en la que desempolvaron 213 cartas que el Capitán General de València, entre 1814 y 1820, redactó durante su presidio en la Ciudadela, desde marzo de 1820 a septiembre de 1822. Encarna y Carmen García descubrieron un personaje «obsesivo, muy paranoico, terriblemente violento», que «se siente un instrumento de la Providencia para salvar a España» de «la peste» que representaba el liberalismo, «una enfermedad» que había que exterminar.
Más recientemente, el doctor en Historia y profesor de la UJI, Vicent Baydal, en «València no s’acaba mai» (2016), relata que en sus 6 años como Capitán General, Francisco Javier Elío Olóriz ordenó ejecutar a más de 100 adversarios políticos, la mayoría reformistas y liberales. Baydal y el historiador Toni Sabater lo consideran «uno de los hombres más terribles y sanguinarios» de la reacción absolutista.
Otra parte de la historiografía lo sitúa como el primer general golpista de la historia contemporánea de España ya que puso sus tropas a disposición de Fernando VII cuando este reimplantó la Monarquía Absolutista en 1814. No en vano, cuando en 1823 el rey recuperó el poder, rehabilitó a Elío y su cuerpo fue enterrado con honores en la catedral de València.
Y por su condición de mártir del absolutismo -fue ejecutado en el Trienio Liberal-, se convirtió en un símbolo para los falangistas del siglo XX. De ahí que en 1940 el Ayuntamiento franquista le dedicase la calle que hoy conocemos, justo enfrente de donde lo mataron. Y como afirma Baydal, ahí sigue desde hace 80 años.
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