«Cambiar algo para que no cambie nada». Ese es el eje de las alegaciones presentadas al Síndic de Greuges por vecinos de la Finca de Hierro tras conocer la contestación que el Ayuntamiento de València ha dado a las recomendaciones del defensor del pueblo valenciano de reducir la contaminación que generan los autobuses de la EMT a su paso por la finca. Y es que, a pesar de que se ha eliminado ya la parada que había en la misma boca del pasaje interior -y que dejaba los tubos de escape manando gases al interior del mismo- el resto de alegaciones dadas a conocer por el gobierno municipal a través de la concejalía de movilidad sostenible se «alejan de la realidad».

Una de las alegaciones principales era que, con los cambios en el final de las líneas 62, 67 y 72, se ha reducido sustancialmente el tráfico en la calle San Pablo. Sin embargo, en el escrito vecinal aseguran que viene a ser una verdad a medias «porque lo que han hecho es simplemente variar el recorrido. Y si antes pasaban por tres lados de la calle (Xàtiva, San Agustín y San Pablo), ahora lo hacen por dos o por uno. El descenso es de una media del veinte por ciento, que es muy poco para un problema insoportable. Han pasado de muy grave a grave».

«Tomadura de pelo»

También consideran una «tomadura de pelo» la medición de agentes contaminantes «puesto que ésta se realiza junto a la estatua de Vinatea, lejos de la zona y en una plaza peatonalizada», por lo que exigen que las mediciones se hagan en la zona en litigo. «Estamos convencidos de que no se atreven a hacer mediciones de contaminación y ruido en los alrededores porque, seguramente, lo que pasaría es que tendrían que desmontar la dársena de la calle Xàtiva. Que el problema es mucho más grande».

Por último, los vecinos critican que las alegaciones hacen referencia a la reducción del tráfico de automóviles «cuando esa no es el problema, sino que lo son los autobuses».