“Hui en 100 millons de pesetes no la fan”. Lo dice José Monrós Farinós, cuyos apellidos ya de por sí delatan su necesaria pertenencia a Benimaclet, pero de Benimaclet- Benimaclet pueblo, no barrio, que ha sufrido na vertiginosa transformación hasta convertirse de rural en singular lugar estudiantil, apostado junto a la línea del tranvía que une los dos campos universitarios de la gran ciudad.

De entre las múltiples curiosidades que tiene la barriada –una delicia pasear por su casco viejo- lo que más merece ser vista y conocida es la Capilla es la capilla del Santísimo Cristo de la Providencia, en la iglesia parroquial de la Asunción, la histórica, la más antigua, diseño y obra de Pepe Monrós,  duende extrapolado del Renacimiento a nuestros días, dominador de todas las disciplinas artísticas, especialmente de la talla de la madera. En su vida ha sido de todo, constructor, ebanista, historiador, poeta, escritor, pintor, dibujante, … pero sobre todo amante de Benimaclet, creyente y practicante de Benimaclet. La casa familiar la tiene en ·un carrer per on passa la processó del Cristo”.

El artista Pepe Monrós

El artista Pepe Monrós

Conocedor de sus cualidades artística, Juan Luís Orquín, un excelente párroco que tuvieron después de que viniera de misionar en el desierto de Atacama en Chile donde levantó un hospital para mineros silicosos, le pidió le construyera dentro del templo una capilla para el Cristo de la Providencia, que aquí se llama de Benimaclet, no faltaba m.as, digna de imagen tan venerada. Monrós, genio y figura hasta la sepultura, le dijo que ni pensaba dibujar los bocetos, por un problema que tenía de fe, salvo que se lo resolviera. El origen de Dios, de donde había salido.

El sacerdote ducho en la pelea dialéctica en lugares difíciles en ese momento no le respondió. Tardó tres semanas en volver a ir a verle y hablar con él. La pregunta era de órdago, la respuesta difícil, pero se lanzó a cumplimentar el reto. “Dios se hace y se regenera en sí mismo por su propio aliento. Y en todo principio existe la mano de Dios”, le vino a decir más o menos. Debió gustarle la respuesta a Monrós, ya que aceptó hacer la capilla del Cristo. De lo que le dijo, lo que más le gustó fue lo del aliento de Dios, que impulsa todo.

Iglesia de la Asunción de Benimaclet

Al ver luz a sus dudas o increencia en este punto en las palabras de aquel santo varón, se puso a trabajar. Diseñó para su Cristo una capilla que la quiso románica con una luz cenital que alumbrara su imagen y de allí cubriera todo el techo, artesonado de madera con simbología bíblica relativa a la creación de mundo y del ser humano. Diseñó y buscó la materia prima constructiva, la piedra y la madera, quería maderas que él labraría, de sabinar, nogal, ébano,… maderas preciosas que cortan bien y además perfuman.

Pepe Monrós quiso hacer una obra a conciencia y para ello quiso que alguien experimentado sabio le explicara los grandes pasajes de la Historia de la Creación que pretendía esculpir, porque no podía hacer algo que no entendiera. Juan Luís Orquín le buscó lo mejor, recurrió a otro sacerdote, paisano suyo, de Oliva, catedrático de la Faculta de Teología san Vicente Ferrer de Valencia, Vicente Collado Bertomeu, uno de los mejores biblistas en la actualidad, quien se puso a hacer las líneas espirituales de la labra del artesonado, sentó las bases y siguió al detalle su esculpido y desarrollo. Collado admiró “la apreciación y estima de la Palabra de Dios por parte de quienes querían proteger con imágenes plásticas y perfumadas un recinto sagrado donde se brinda a la veneración la imagen del único Salvador del mundo, Cristo el Señor”.

El artesonado de los cinco sentidos

Aquellas imágenes esculpidas en madera invitaban, según la idea primigenia del artista invitaban “a poner los cinco sentidos: ver, oir, oler, gustar y tocar”, observaba Collado. “Actualmente se está poniendo de relieve la importancia que tiene la luz en el origen del universo. Se afirma que el primer elemento creado que conocemos eran unos minúsculos haces de luz y a partir de ahí viene el desarrollo de todas las cosas creadas. Por tanto, luz y energía creadoras son inseparables”. Efectivamente, la Biblia dice que lo primero que hizo Dios al crear el mundo fue la luz.

Artesonado artístico

“Esta luz es la que hace pensar y razonar al ser humano, crear conciencia, luz de la fe, que no se apoya en argumentos, ni en la pura visión natural, sino en la confianza que nos inspira una fuerza superior que nos trasciende, pero que no nos elimina”, explica Vicente Collado, quien de manera pedagógica y didáctica, al ser tutor espiritual de la obra de Monrós, le seguía despejando dudas sobre Dios y su gesto creador al escultor, ansioso de que alguien le sacara de ellas. Resultado de lo sucedido el artista grabó con sus gráciles manos sobre la madera una bella y artística historia de la creación, “magníficamente plasmada en su techo de forma que nos permite gozar con los cinco sentidos, de qué forma, el Creador nos fue haciendo partícipes de la vida”.

La iglesia de Benimaclet Baltasar Bueno

Le costó a Pepe Monrós esta joya de orfebrería artesana diez intensos y largos años en que alternó sus obligaciones con esta devoción, trabajando tanto él como un equipo de trabajadores de sus empresas. “Casi me muic, pero ho tornaria a fer”, explica al comentar el resultado, “opera magna” de su vida, de su profesión, gracias dice al “aliento de Dios”. De hecho, él quisiera ser recordado como “fiel aliento de Dios y su hijo Jesucristo, quien vivió para su familia y su profesión, hombre cabal y amigo fiel y leal”. De lo que costó, el sacerdote Juan Luís Orquín, hoy ya jubilado, se encargó de pagarlo, de buscar el dinero, con ayudas de la propia feligresía y un préstamo bancario que hizo que con el aval de su propia madre.