«Pitipié» cierra. La afirmación, dicha así, lo primero que genera es sorpresa, incredulidad y hasta desazón. Pero es normal si se tiene en cuenta que el negocio tiene casi medio siglo y que sus responsables, que siempre han sido los mismos, pasan al estado de feliz jubilación. Es un final indoloro. Ahora mismo, la tienda ya está cerrada. Pero María Ángeles Brodín se marcha a casa con la satisfacción del deber cumplido.

Sin embargo, lo que quisiera es que el cierre no sea total: «me gustaría que alguien se hiciera cargo del negocio. Hasta ahora no hemos movido nada, y hay gente que ya ha dicho que está interesada. Creo que es una excelente oportunidad para alguien que quiera emprender. Porque tienes los contactos, la marca y la cartera de clientes».

Casi medio siglo de historia. «Montamos el negocio cuando mi marido, Juan Antonio, y yo, éramos novios. Yo tenía 18 años y quería hacer algo». Y de ahí surgió la venta de calzado infantil, especializado en ceremonia. Fundamentalmente zapatos «de vestir» para comunión, dama de honor o fallera.

Porque comprar en Pitipié es algo que han hecho miles de familias y es una costumbre «que se ha transmitido de generación a generación. Hoy me venía una madre con su hija y al cabo de un tiempo me venía con la nieta. Eso me ha ocurrido infinidad de veces. Te conocen y los conoces». Gentes de todas las extracciones y muchas caras conocidas. Futbolistas -además está, pared con pared, Maipi, un restaurante referencial para los balompédicos-, políticos, periodistas, «el doctor Cavadas», y numerosas falleras mayores infantiles de València o sus cortes de honor.

«Petit pied» = pitipié

Pitipié es un nombre que ni adrede para el negocio en cuestión. «Surgió porque, buscando y buscando nombre, en el diccionario lo encontramos. Es una escala francesa de los mapas («petit pied», pie pequeño). Y nos pareció muy significativo porque es exactamente a lo que íbamos a dedicarnos». Empezaron en un chaflán de Reino de València y después se trasladaron a la pequeña planta baja de la calle Maestro Serrano, donde han sido espacio de visita obligada. También abrieron una segunda tienda en Alfonso el Magnánimo. Pero, después de «casi medio siglo», consideran recorrido el camino. «Este último año, como es fácil imaginar, ha sido malo. Algo vendimos sobre todo en julio, cuando había menos restricción. Pero me ha pillado con alcanzar la edad. Es un final no traumático y ahora, cuando se levanten las restricciones, remontará».

Desde el principio, Pitipié se ha caracterizado por la peculiaridad de su género. «No ha sido una tienda típica. Dentro de lo que ofrecía el representante buscábamos modelos muy especiales, muy a nuestro estilo. Especializado en ceremonia y con mucha variación de colores. Incluso lo teñíamos nosotros si no estaba en el catálogo». Y una de las claves del éxito ha sido que los grandes modistos de la ciudad lo convirtieron en tienda recomendada. «Mucha gente venía adrede desde Castellón y desde otras poblaciones de la Comunitat».

Mucho producto valenciano

Un arraigo que también estaba en la materia prima. «La práctica totalidad de lo que hemos vendido ha sido producto nacional. Algo de Geox porque se puso muy de moda, pero prácticamente todo lo demás es de aquí». Y valenciano. «Sobre todo, de Villena, que está especializado en zapato infantil, y Petrer. ¿Elda? No, porque son especialistas en calzado adulto. La gran mayoría de nuestro género venía de Villena».

Ahora, bajando la persiana, a María Ángeles le queda una sensación: «el agradecimiento. A los proveedores, los comerciales y la clientela. Se han portado maravillosamente con nosotros durante todos estos años».