El último homenaje a los «lanzados» a la fosa común

El último homenaje a los «lanzados» a la fosa común

«En memòria del qui ací van ser llançats, víctimes del franquisme, l’odi i la intolerancia». Este es el lema incrustado en el monolito central del Sector 7 Derecha, aquel que está convertido en símbolo y recuerdo de la represión tras la Guerra Civil. Porque se considera que en este gran espacio central de fosas comunes, junto con los enterramientos de la beneficencia, está la mayor cantidad de cuerpos de fusilados tras la contienda y que fueron arrojados en el camposanto principal de «cap i casal».

La placa ha sido colocada en el monolito de la discordia. Aquel que fue instalado años atrás. No se sabe cuando se encargó el enorme bloque de piedra. Sólo que es de una cantera de Borriol. «La única referencia que hay es que es «de un almacén municipal», pero nada más» asegura el historiador Rafael Solaz, que refrenda el concejal de Cementerios, Alejandro Ramón, «porque yo también quise saber su procedencia». Ahí puso el entonces equipo de gobierno del PP una placa con el lema «En memoria de todos los que dieron la vida por la España que creían mejor», que el actual gobierno municipal borró, en sentido literal, hasta convertirlo en una losa pendiente de volver a rotular.

Ahora, con, en todo caso, un cuestionable resultado estético (el color no guarda ningún tipo de armonía con la piedra de apoyo), se incorpora el lema institucional y dos poesías: «El herido», de Miguel Hernández, y otra propuesta en su momento por la Plataforma per la Memòria del País Valencià. Especialmente significativa la primera para el alcalde Joan Ribó porque es la forma de replicar al ayuntamiento de Madrid, «cuyo alcalde del PP decidió quitar esa poesía del homenaje a las víctimas en el cementerio de la Almudena».

Ribó presidió la inauguración y anunció que «dejaremos escrito, también en nuestros cementerios, el relato de nuestra ciudad», asegurando que este homenaje «dará voz a quienes durante demasiado tiempo la perdieron y permanecían en una fosa común mientras sus familiares los continuaban buscando». Y recordó otras acciones, como la recuperación del cuerpo de Teófilo Alcorisa, «enterrado en una fosa común y que fue exhumado en 2015 después de reiteradas peticiones de su familia al anterior gobierno municipal», a la vez que recordaba «la vergüenza de lo sucedido en 2006, cuando se trasladó parte del terreno de esta fosa a una cantera de Sagunt, incluyendo numerosos huesos».

El gobierno municipal lleva, desde su llegada, organizando gestos de reconocimiento, que empezaron con la conversión de toda la sección Séptima Derecha en un jardín conmemorativo. Se acondicionó lo que antes era un erial; ahora son cuatro bloques de césped con otras tantas «piscinas» de piedra blanca. En esa tierra hay numerosos enterramientos sin nombre. Es verdad que en los despachos del Cementerio General están referenciados e incluso señalados por los cuadrantes que hay en los bordillos. De tal manera que, en fechas señaladas, como Todos los Santos, es un lugar donde se depositan o pinchan flores en la tierra. Diferentes estudios cuestionan la cantidad de personas represaliadas que hay allí enterradas, pero lo cierto es que haberlas las hay y que es el espacio natural donde recordar. De hecho, forma parte desde ya del Museo del Silencio de Rafael Solaz.

Más espacios por recordar

Y Ribó señaló que quedan espacios por recordar como lugares de la memoria, «como el monasterio de San Miguel de los Reyes, el Centro Cultural de la Petxina, el centro administrativo Nou d’Octubre o, incluso, el campo del Mestalla, sin que la gran mayoría de la población lo sepa ni lo recuerde».

Falta por establecer la lista de los represaliados con nombre y apellido. «Los demócratas tenemos las esperanzas puestas en la Ley de Memoria Histórica para buscar y encontrar todas las identidades perdidas de las víctimas que, ahora y aquí, todavía no lo tienen».