«Cuando vino el otro día le hicieron hasta un paseillo. Como una verdadera estrella. Por supuesto que su figura acaba siendo un reclamo. Mi opinión es que si eso sirve para extender la labor social, bienvenido sea». Ser mediático tiene sus ventajas: visibilidad y más posibilidad de alcanzar los objetivos. Ser escuchado y que te abran las puertas con más facilidad. Pero también que el listón de exigencia sea mayor y que se esté más en el punto de mira. Al padre Ángel le van las cosas con viento a favor aunque, en ocasiones, sufra un golpe de mar.

Pero en València acaba de cumplirse el primer medio año desde que Mensajeros de la Paz aterrizara. Abrieron una sede en un barrio de contrastes: Quatre Carreres, donde se entrecruzan comunidades de alto nivel con grupos sociales cargados de necesidad.

«No nos podemos quejar. El resultado es bueno y se están cumpliendo los objetivos». Un espacio en el que se da comida y ropa es tentador. Pero no se trata de un espacio de libre acceso para extender la mano y marcharse con arreglo para unos días. «Trabajamos con gente que está muy referenciada, avalados por documentación. Además de los que lo hacen como derivación de la delegación de Servicios Sociales del barrio». Lo que no quita para que pueda hacerse uso y abuso. «¿Se nos puede colar un diez por ciento, un quince? Pues al final con eso sabes que puedes contar».

La planta baja de la calle Godofredo Ros contempla el goteo diario de personas que reciben comida caliente en formato «take away», productos no perecederos y ropa «con toda la dignidad». ¿Cómo funciona? «Nos cocinan tres entidades. La comida se guarda en cámara de frío y se entrega en el momento. Para lo que hay un acuerdo con Consum: cinco de sus supermercados nos dan cada día». Tres entidades se encargan de procesar, cocinar y congelar. «Con eso se cubre el producto fresco». Eso, aparte de las aportaciones puntuales que hacen restaurantes y que aparecen reflejadas en las redes sociales. El no perecedero cuenta con la ayuda de la Fundación La Caixa «que nos da una asignación cada varios meses para el banco de alimentos, a lo que hay que añadir alguna donación particular». Y también acciones desde el barrio, como colegios o entidades culturales y comisiones de falla. Aunque las acciones también se extienden a otras poblaciones.

Mensajeros de la Paz está ahora participando en una campaña con el ayuntamiento de València para mapear las necesidades de los sin techo que «persigue apoyar a las personas en su proceso de generación de autonomía. Esto implica que todos los servicios asistenciales están supeditados al objetivo último: que las personas puedan mejorar su calidad de vida». Durante el año 2020 fueron atendidas 974 personas, 271 de ellas en la calle y 713 alojadas. «El 16 por ciento eran mujeres y un 34 por ciento tenía nacionalidad extranjera».

La ubicación en Quatre Carreres no fue al azar. «Es una zona desfavorecida. Hay trabajo por hacer». Por eso la intención es estar «donde estamos y donde mejor estemos. Y allí, hacerlo bien». Algo para lo que es necesario el ejército de voluntarios. «Preparar cien comidas diarias y toda la gestión que lleva detrás necesita mucha colaboración y no podemos estar más agradecidos».