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Desplome en la barraca de El Palmar en plena reforma

La caída de una pieza moderna de la chimenea y de una parte del techo muestra lo necesaria que era la recuperación ante el riesgo de colapso

La parte derrumbada está junto a la chimenea | M. D.

Apenas veinte días después del inicio de sus obras de rehabilitación, la barraca de Aranda ha dado un susto monumental. El pasado lunes por la tarde, cuando los obreros ya no estaban en su interior, se vino abajo una parte de la techumbre y unos añadidos de la chimenea. No hubo que lamentar daños personales y los materiales no son más de los que ya de por sí ha de sufrir el inmueble para llevar a cabo su recuperación completa. Pero lo que viene a evidenciar es que la vivienda, considerada la única que queda con gran parte de sus elementos tradicionales, ha estado a punto de colapsar y eso habría ocurrido si no empiezan sus labores de recuperación. Fue la Associació Veïnal la que anunció del accidente. Después fue el alcalde de la población, Ernesto Peris, quien la confirmaba.

La rehabilitación es prácticamente integral. | M. D.

Del mal, el menos, porque lo que se ha desprendido de la chimenea son añadidos sin valor histórico. «Si hasta había fibra asfáltica. Podemos hablar de piezas que tendrían 50 años. Y lo que es más importante, a la chimenea como tal, que sí que es más antigua, no le ha pasado nada». El examen visual así lo confirma: el tiro permanece igual, en el centro de la edificación.

La escombrera demuestra que el material es todo adobe. | M. D.

La caída de una parte de la techumbre ha dejado en evidencia lo que cualquier habitante del pueblo podía comprobar sólo con levantar la vista: la barraca conservaba todo el techo de caña y adobe. Lo que viene a corroborar que lo sorprendente es que no se hayan producido más daños anteriormente. Las de las barracas valencianas no dejaban de ser techumbres cortoplacistas, necesitadas de reponer con cierta regularidad su estructura de cañas y barro.

La barraca de Aranda se encuentra situada en la entrada al Palmar. Es la única que queda en una trama urbana que, décadas atrás, estaba compuesta exclusivamente por este tipo de viviendas, que fueron siendo sustituidas por «casas de pueblo» o por bloques de un par de alturas.

La construcción es de propiedad privada, después de haber sido adquirida a la antigua familia. Lo que pasa es que, al tratarse de un Bien de Relevancia Local, no podía ni tener un destino cualquiera ni una actividad cualquiera. Finalmente, los nuevos propietarios la destinarán a la sede de la Associació de Vela Llatina l’Alcatí, después que el intento inicial de la propiedad fuera tener un restaurante, descartado por Patrimonio. Cuando se abrió por última vez, antes de las obras, era como introducirse en una cápsula del tiempo. A pesar de que ya estaba destrozada en su interior, todavía se podían ver algunos enseres.

Tras permanecer durante años apuntalada y vallada, los trabajos empezaron a finales de abril. Ha desaparecido ya la mitad de la techumbre y es en la que permanecía donde se ha producido el derrumbe.

La recuperación ha contado con la participación de la Universitat Politècnica «lo que garantiza que va a ser un trabajo riguroso y que se respetará la idea de una recuperación fiel a la tradición». En este momento, el aspecto es naturalmente desolador, con los muros que exhiben su fragilidad y montañas de troncos que han hecho las veces de vigas durante generaciones.

La presidenta de la asociación vecinal, Cintia Sancanuto, también ha destacado que «la caída es la consecuencia de que la recuperación ha tardado mucho en llevarse a cabo», pero ha habido que completar infinidad de trámites, tanto por el traspaso de la propiedad como por la intervención institucional para preservarla.

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